"- Cooper creo que Cádiz te va a gustar más que Sevilla" exclamo con alegría, inmediatamente después de poner los pies en Cádiz y bajarlo del coche. Una pareja, sin duda gaditana, que pasa en ese momento a nuestro lado, asiente sonriente y complacida.
Este arranque de júbilo que me invade nada más llegar a Cádiz y empezar a bajar el equipaje, no sé si tiene que ver con la visión del color azul casi turquesa que muestra hoy el mar o con el hecho de haber aparcado a la primera en una zona céntrica y sin ORA.
Y es que cuando llamé para reservar la habitación del hotel, me comentaron que tenían un acuerdo con un parking que reservaba plazas para sus clientes, en la Calle Beato Diego, muy cerca del hotel. Pero dado que el precio, 20 euros, me pareció caro, ya tenía decidido dirigirme directamente al Parking Muelle Reina Sofía, que según parece es el más barato de Cádiz. Afortunadamente, nada más llegar, pude aparcar sin problemas en la Avenida Doctor Gómez Ulla frente al Parque Genovés.
Parque Genovés, al fondo el edificio del Parador. |
Para ello atravesamos primero la Plaza del Mentidero y en seguida unos metros más allá alcanzamos la de San Antonio. La Plaza de San Antonio es uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Originalmente se denominaba Campo de la Jara pero fue en el siglo XVII cuando se le denominó Plaza de San Antonio ya que en ella se levantó la ermita dedicada a este santo. Además de la Iglesia de San Antonio, en la plaza hay varios edificios de interés, entre los que destacan El Casino Gaditano o la Casa Aramburu.
Casa Aramburu en la Plaza de San Antonio. |
Iglesia de San Antonio en la plaza del mismo nombre. |
Casa Pemán , donde vivió el escritor, periodista y activista monárquico. |
El Hotel Cortes de Cádiz en la Calle San Francisco. |
He escrito más arriba "el hotel que he elegido", cuando más exacto sería decir que él me eligió a mi, pues la verdad es que es el único hotel que encontré que admitiesen perro por el centro. El hotel tiene su encanto, la habitación es alegre, tiene TV y conexión wifi y un pequeño minibar, y un pequeño balcón que da a la calle en el que Cooper, con un tamaño tan grande y aficionado a dormir al raso, se instaló cada noche a dormir haciendo casi ejercicios de contorsionismo para acoplarse y con el temor por mi parte de que no pudiese salir al día siguiente.
Con todo, y a pesar de la amabilidad del personal, el hotel me pareció un poco caro, quizás porque el precio no incluye el desayuno, ni tan siquiera un triste café con una tostada. Aunque no pierdo de vista que estamos en temporada alta y que tiene una situación privilegiada en el centro, y por encima de todo que admiten a Cooper sin condiciones, de modo que, y al contrario de lo que sucede en otros hoteles, está permitido que el perro se quede solo en la habitación.
La Plaza de San Francisco. |
A partir de esta tarde, y durante le siguiente, nos dedicamos a recorrer juntos el casco antiguo unas veces perdiéndonos por sus calles sin rumbo fijo, otras siguiendo las recomendaciones de amigos y familiares respecto a los sitios que les parecían que no debíamos dejar de visitar durante nuestra estancia en Cádiz.
También seguimos las recomendaciones gastronómicas que nos hicieron quienes conocen bien Cádiz y que nos llevaron a cenar un día a la Plaza Tío la Tiza y otro a tapear en la Taberna Casa Manteca en el número 66 de la Calle del Corralón de los Carros en el Barrio de la Viña.
Taberna El Tio de la Tiza. |
Iglesia de la Virgen de la Palma. |
Calle Virgen de la Palma en el Barrio de la Viña. |
Estatua de Columela, escritor romano cuyos escritos versan sobre Agronomía. |
Fue él también quien me recomendó que no dejase de ir a ver la puesta de sol en la Playa de la Caleta "la más bonita de España" según sus palabras. Confieso que cuando me lo dijo pensé que quizás fuese una exageración por esa tendencia que tenemos todos de considerar el lugar donde hemos nacido como el mejor, como si nosotros tuviésemos alguna clase de responsabilidad en la belleza del sitio que nos vio nacer, pero más tarde, y ante la visión de la imagen del sol fundiéndose con el mar, comprendí hasta que punto estaba cargado de razón...
El Arco de la Rosa en la plaza de la catedral, una de las tres antiguas puertas que se conserva de la primitiva ciudad medieval y mandado construir por Alfonso X en el siglo XIII. |
Esta foto tan bonita no es mía, me la envió uno de los amigos que vino al viaje. |
Además de la Catedral Nueva- una mezcla de estilos barroco, rococó y neoclásico en cuyo interior se encuentran los restos de dos ilustres gaditanos, Falla y Pemán- en el Barrio del Pópulo se halla la Iglesia de Santa Cruz que fue catedral de Cádiz hasta 1838. Es de planta rectangular y junto a ella se encuentra el Museo Catedralicio.
La Torre Sagrario forma parte del conjunto de la Catedral Vieja, fue construida a mediados del XII para albergar la custodia de plata de Antonio Suárez. |
Casa Almirante en la Plaza de San Martín en el Barrio del Pópulo. Con fachada de mármol rojo y blanco, perteneció a la familia del almirante de la Flota de las Indias, Don Diego de Barrios. |
El Museo de Cádiz cuenta con tres secciones Arqueología, Bellas Artes y Etnografía. |
Cooper en la Plaza de la Mina donde nació Manuel de Falla el 23 de noviembre de 1876, uno de los más importantes compositores de la primera mitad del siglo XX. |
Alameda Apodaca en honor al último virrey de Nueva España, Juan Ruiz de Apodaca. |
Colón la escogió como punto de partida de su segundo viaje al Nuevo Mundo. También Nuñez de Vaca partió de su puerto. Fue el intenso comercio con Las Indias lo que hizo necesario que a ciudad se fortificara dada la codicia de los piratas. En el siglo XVI se construyeron los principales castillos de la ciudad como el de Santa Catalina bajo la dirección del ingeniero Cristobal de Rojas enviado por Felipe II para realizar un proyecto defensivo tras el saqueo anglo-holandés en 1569. Fue en 1717 cuando se trasladó la casa de Contratación de las Indias de Sevilla a Cádiz lo que llevó a reforzar estas barreras para hacer de Cádiz una ciudad lo más hermética posible. Todavía hoy quedan muchas muestras de estas obras de fortificación como el Baluarte de la Candelaria que divisamos desde la Alameda de Apodaca donde ahora nos encontramos.
El Baluarte de la Candelaria. |
Atravesamos El Parque Genovés al final del cual, se encuentra el Hotel Parador Atlántico y enseguida llegamos a la Playa de la Caleta flanqueada por los Castillos de Santa Catalina y el de San Sebastián. Este último fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993. Se encuentra sobre una pequeña isla que se unió al casco urbano con la construcción de un malecón en 1860.
La Playa de la Caleta es la más pequeña de las playas de Cádiz, pero tiene el atractivo de estar situada en pleno centro, aunque para mí su mayor atractivo radica en el Balneario de Nuestra Señora de la Palma construido en los años 20. En esta playa se rodaron varias películas, entre ellas "Alatriste" o " Muere otro día".
Pasamos sentados un buen rato frente a la playa contemplando como va cambiando poco a poco la tonalidad de la luz según va cayendo la tarde. Y cuando eso ocurre, nos acercamos a una explanada que hay frente al Parador para contemplar los últimos rayos de sol fundirse con el mar.
No somos los únicos; hay varias personas que en un silencio casi reverencial fotografían o simplemente contemplan la puesta de sol... Mi foto sale borrosa; el único modo de que salga a esas horas bien es con la velocidad lenta y si no se dispone de un trípode lo normal es que salga movida. Si así todo la pongo aquí es porque me ayuda a recordar la magia de ese momento.
En la plaza se encuentra también el palacio de la actual Diputación Provincial, una construcción noble típica de finales del XVIII ante la cual se realizó la primera lectura pública del texto constitucional.
Desde la Plaza de España se podía ver un barco de los muchos cruceros turísticos que hacen escala en el Puerto de Cádiz que daba la sensación de estar aparcado en tierra. Recuerdo que pensé en que sería gracioso intentar hacer una foto provocando esa sensación, como si fuese un falso fotomontaje.
Cooper tan poco interesado por el arte y la cultura como siempre, se las arregló para localizar algo que para él tiene mucho más interés, una fuente en la que por supuesto pretendía darse un chapuzón.
La Pepa con un ejemplar de la Constitución en una mano y una espada en la otra. |
Otro de los lugares de interés histórico que visitamos ese día fue El Oratorio de San Felipe Neri. En él se ideó y firmó la Carta Magna y es donde tuvieron lugar los debates de los diputados.
A finales de 1810 la casi totalidad del suelo español estaba invadida por los ejércitos franceses de Napoleón Bonaparte. Sólo Cádiz, ciudad amurallada, había sido capaz de resistir durante dos años y medio y allí, mientras las guerrillas y el pueblo luchaban contra los invasores, se refugian las instituciones que se ilusionan con preparar el futuro del país. Los diputados de las Cortes constituían una minoría instruida que pretendía arrebatar a los franceses la iniciativa reformadora que se había anunciado en la Carta de Bayona. La primera sesión de las Cortes tuvo lugar el 29 de septiembre de 1810 y la última el 19 de marzo de 1812 día de San José, de ahí el nombre de la Pepa que se le dio a la primera Carta Magna. En total se celebraron 1478 sesiones. Las jornadas duraban 4 horas y solían ser públicas.
Dado que muchos diputados procedían de Hispanoamérica, la Constitución de Cádiz fue el punto de partida para el resto de textos constitucionales que se aprobaron al otro lado del mundo.
Fachada del oratorio con numerosas placas dedicadas a los diputados doceañistas. Fueron colocadas en 1912 con motivo de la celebración del primer centenario de la Constitución. |
El interior del oratorio es una planta elíptica a la que se abren siete capillas. En el retablo mayor, barroco, se incluye una Inmaculada Concepción obra de Murillo. Uno de los motivos por las que se eligió este lugar para celebrar las sesiones de las cortes fue por su estructura ovalada y la ausencia de columnas que facilitaban el diálogo entre los diputados.
En el edificio contiguo al oratorio se encuentra el Museo de las Cortes de Cádiz. La entrada es gratuita, al contrario de lo que ocurre en el oratorio que cuesta 3 euros. El museo me encantó, pues te permite hacer un recorrido por el Cádiz de la época, por su gente y costumbres, pues está dedicado a la Historia de Cádiz durante el siglo XVIII y primer cuarto del XIX, especialmente al Cádiz de las Cortes y a la Constitución de 1812.
No sé si fue allí donde leí que en esa época nacieron muchos clásicos gastronómicos como la tortilla francesa que se tomaba en las fondas de la época. El motivo del nombre tiene que ver con el hecho de que al faltar la patata durante la Guerra de la Independencia, la gente se vio obligada a elaborar la tortilla sin patatas y a partir de ese momento se llamó tortilla francesa para distinguirla de la española.
Lo que si recuerdo es haber leído en el museo un texto de de un libro escrito en 1845 por Agustín de Horozco ("Historia de Cádiz") en el que ensalzaba el carácter amable y acogedor del pueblo gaditano, afirmación con la que no puedo estar más de acuerdo después de esta visita a la ciudad.
En el museo hay, además, una maqueta de la ciudad de 1777.
Quizás donde resulta más fácil apreciar la armonía arquitectónica del conjunto urbano es en la Calle Ancha que sale de la Plaza de San Antonio, pues como su mismo nombre indica es más amplia que las otros calles gaditanas.
Ese día nos retiramos pronto, hay un partido importante en la televisión y además mañana nos levantaremos temprano; mis amigos regresarán ya a Málaga y yo, aunque todavía me quedaré un día más en Cádiz, voy aprovechar para salir temprano de excursión a Vejer, en compañía de la amiga que está viajando conmigo por el sur y que estos días está alojada en casa de una amiga. Pero esa es otra historia...
Hotel Las Cortes de Cádiz.
Calle San Francisco, 9.
Teléfono: 956 22 04 89.
http://www.hotellascortes.com/en/
*Cobran suplemento por el perro.
También admiten mascotas
Los Apartamentos Ancha 34, pero desconozco las condiciones, pues todavía no he conseguido contactar con el dueño.
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