Viajes con mi perro

Cádiz



"- Cooper creo que Cádiz te va a gustar más que Sevilla" exclamo con alegría, inmediatamente después de poner los pies en Cádiz y bajarlo del coche. Una pareja, sin duda gaditana, que pasa en ese momento a nuestro lado, asiente sonriente y complacida.

Este arranque de júbilo que me invade nada más llegar a Cádiz y empezar a bajar el equipaje, no sé si tiene que ver con la visión del color azul casi turquesa que muestra hoy el mar o con el hecho de haber aparcado a la primera en una zona céntrica y sin ORA.


Y es que cuando llamé para reservar la habitación del hotel, me comentaron que tenían un acuerdo con un parking que reservaba plazas para sus clientes, en la Calle Beato Diego, muy cerca del hotel. Pero dado que el precio, 20 euros, me pareció caro, ya tenía decidido dirigirme directamente al Parking Muelle Reina Sofía, que según parece es el más barato de Cádiz. Afortunadamente, nada más llegar, pude aparcar sin problemas en la Avenida Doctor Gómez Ulla frente al Parque Genovés.

Parque Genovés, al fondo el edificio del Parador.
El hotel que he elegido se llama Hotel Cortes de Cádiz y está en la Calle San Francisco, que no está demasiado lejos de donde nos encontramos, por lo que decidimos ir a pie con el equipaje hasta allí.

Para ello atravesamos primero la Plaza del Mentidero y en seguida unos metros más allá alcanzamos la de San Antonio. La Plaza de San Antonio es uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Originalmente se denominaba Campo de la Jara pero fue en el siglo XVII cuando se le denominó Plaza de San Antonio ya que en ella se levantó la ermita dedicada a este santo. Además de la Iglesia de San Antonio, en la plaza hay varios edificios de interés, entre los que destacan El Casino Gaditano o la Casa Aramburu.

Casa Aramburu en la Plaza de San Antonio.
Iglesia de San Antonio en la plaza del mismo nombre.
En el número 14 de la plaza se encuentra también la casa donde vivió el escritor gaditano Jose Maria Pemán y Pemartín (Cádiz 1897/1981 ). La casa alberga más de 16.000 volúmenes de los siglos XVII al XX además de manuscritos y correspondencia del escritor. En la actualidad es sede de exposiciones.

Casa Pemán , donde vivió el escritor, periodista y activista monárquico.
Y finalmente desde esta plaza y tras recorrer varias callecitas llegamos al la Plaza de San Francisco de donde sale la calle del mismo nombre en cuyo número 9 se encuentra el hotel.

El Hotel Cortes de Cádiz en la Calle San Francisco.


He escrito más arriba "el hotel que he elegido", cuando más exacto sería decir que él me eligió a mi, pues la verdad es que es el único hotel que encontré que admitiesen perro por el centro. El hotel tiene su encanto, la habitación es alegre, tiene TV y conexión wifi y un pequeño minibar, y un pequeño balcón que da a la calle en el que Cooper, con un tamaño tan grande y aficionado a dormir al raso, se instaló cada noche a dormir haciendo casi ejercicios de contorsionismo para acoplarse y con el temor por mi parte de que no pudiese salir al día siguiente.

Con todo, y a pesar de la amabilidad del personal, el hotel me pareció un poco caro, quizás porque el precio no incluye el desayuno, ni tan siquiera un triste café con una tostada. Aunque no pierdo de vista que estamos en temporada alta y que tiene una situación privilegiada en el centro, y por encima de todo que admiten a Cooper sin condiciones, de modo que, y al contrario de lo que sucede en otros hoteles, está permitido que el perro se quede solo en la habitación.

La Plaza de San Francisco.
Y eso fue lo que hice en cuanto llegué al hotel, dejarle en la habitación descansando y acercarme sola a la Plaza de San Juan de Dios donde se encuentra el Ayuntamiento en donde me están esperando unos amigos de Málaga que han viajado desde esta ciudad para reunirse conmigo y juntos pasar un par de días en Cádiz.


A partir de esta tarde, y durante le siguiente, nos dedicamos a recorrer juntos el casco antiguo unas veces perdiéndonos por sus calles sin rumbo fijo, otras siguiendo las recomendaciones de amigos y familiares respecto a los sitios que les parecían que no debíamos dejar de visitar durante nuestra estancia en Cádiz.


También seguimos las recomendaciones gastronómicas que nos hicieron quienes conocen bien Cádiz y que nos llevaron a cenar un día a la Plaza Tío la Tiza y otro a tapear en la Taberna Casa Manteca en el número 66 de la Calle del Corralón de los Carros en el Barrio de la Viña.

Taberna El Tio de la Tiza.
El Barrio de la Viña debe su nombre a los viñedos que aquí existieron antes de que se urbanizase en el siglo XVIII. El barrio es el epicentro del famoso carnaval; es un barrio de pescadores cuya calle más famosa es la calle de la Virgen de la Palma en la que se encuentra la iglesia.

Iglesia de la Virgen de la Palma.
Calle Virgen de la Palma en el Barrio de la Viña.
No seguimos en cambio el consejo de acercarnos a la Freiduría de las Flores en la plaza del mismo nombre, una plaza con mucho encanto por sus muchos puestos de flores, cercana al mercado central y presidida por una estatua del escritor romano Columela. El "pescaíto"se puede tomar en la propia freiduría o llevarlo para tomarlo frente el mar según nos informaron, pero el viento de poniente que hizo durante todos los días que estuvimos allí y que fue arreciando según transcurrían las horas, nos impidió seguir tan romántica recomendación.

Estatua de Columela, escritor romano cuyos escritos versan sobre Agronomía.
Otro bar de Cádiz, al parecer imprescindible, es el Bar Nebraska especializado en caracoles y tapas tradicionales de la gastronomía gaditana. Situado en la Calle Brasil. 3, esta recomendación vino de Pablo J. Colombo, el veterinario que atiende a Cooper en Madrid, que es de origen gaditano y devoto enamorado de esta provincia.

Fue él también quien me recomendó que no dejase de ir a ver la puesta de sol en la Playa de la Caleta "la más bonita de España" según sus palabras. Confieso que cuando me lo dijo pensé que quizás fuese una exageración por esa tendencia que tenemos todos de considerar el lugar donde hemos nacido como el mejor, como si nosotros tuviésemos alguna clase de responsabilidad en la belleza del sitio que nos vio nacer, pero más tarde, y ante la visión de la imagen del sol fundiéndose con el mar, comprendí hasta que punto estaba cargado de razón...

Así es que al final de esa primera tarde y tras dar un paseo por el Barrio del Pópulo, el más antiguo de la ciudad, voy a recoger a Cooper al hotel y nos vamos con él caminando hasta la Playa de la Caleta con la intención de disfrutar allí del atardecer.

El Arco de la Rosa en la plaza de la catedral, una de las tres antiguas puertas que se conserva de la primitiva ciudad medieval y mandado construir por Alfonso X en el siglo XIII.
El Barrio del Pópulo, situado entre el Ayuntamiento y la Catedral conserva las tres puertas de la primitiva ciudad: Arco del Pópulo, Arco de la Rosa y de los Blancos.

Esta foto tan bonita no es mía, me la envió uno de los amigos que vino al viaje.


Además de la Catedral Nueva- una mezcla de estilos barroco, rococó y neoclásico en cuyo interior se encuentran los restos de dos ilustres gaditanos, Falla y Pemán- en el Barrio del Pópulo se halla la Iglesia de Santa Cruz que fue catedral de Cádiz hasta 1838. Es de planta rectangular y junto a ella se encuentra el Museo Catedralicio.

La Torre Sagrario forma parte del conjunto de la Catedral Vieja, fue construida a mediados del XII para albergar la custodia de plata de Antonio Suárez.
Muy cerca se sitúa también el yacimiento arqueológico más rico en historia de la ciudad, Yacimiento Arqueológico Casa del Obispo, con restos que van desde los primeros asentamientos fenicios hasta época romana y medieval. Muy cerca se encuentra el teatro romano.

Casa Almirante en la Plaza de San Martín en el Barrio del Pópulo. Con fachada de mármol rojo y blanco, perteneció a la familia del almirante de la Flota de las Indias, Don Diego de Barrios.
Pero es hora de abandonar nuestro recorrido turístico por el barrio, para ir a recoger a Cooper al hotel y acercarnos a ver la puesta de sol a la Playa de la Caleta. Para llegar hasta allí damos un paseo muy bonito partiendo del hotel y atravesando primero la Plaza de la Mina, sede del Museo de Cádiz, y desde ahí por la Calle Zorrilla hasta la Alameda Apodaca.

El Museo de Cádiz cuenta con tres secciones Arqueología, Bellas Artes y Etnografía.
Cooper en la Plaza de la Mina donde nació Manuel de Falla el 23 de noviembre de 1876, uno de los más importantes compositores de la primera mitad del siglo XX.
Ubicada frente a la bahía, La Alameda Apodaca, es uno de los paseos más frecuentados de la ciudad. Su origen se remonta a 1617 aunque con el paso del tiempo ha sufrido numerosas reformas hasta adquirir su actual aspecto.

Alameda Apodaca en honor al último virrey de Nueva España, Juan Ruiz de Apodaca.


Cádiz es una ciudad de murallas, baluartes y castillos defensivos; está considerada como la ciudad más antigua de Occidente. Su fundación se debe a los fenicios que harían de Gádir una importante colonia comercial en la que se asentarían en el futuro otros pueblos como los cartagineses, los romanos que la hicieron suya bajo el nombre de Gades, los visigodos y los musulmanes. La ciudad fue conquistada por Alfonso X el Sabio en 1262.

Colón la escogió  como punto de partida de su segundo viaje al Nuevo Mundo. También Nuñez de Vaca partió de su puerto. Fue el intenso comercio con Las Indias lo que hizo necesario que a ciudad se fortificara dada la codicia de los piratas. En el siglo XVI se construyeron los principales castillos de la ciudad como el de Santa Catalina bajo la dirección del ingeniero Cristobal de Rojas enviado por Felipe II para realizar un proyecto defensivo tras el saqueo anglo-holandés en 1569. Fue en 1717 cuando se trasladó la casa de Contratación de las Indias de Sevilla a Cádiz lo que llevó a reforzar estas barreras para hacer de Cádiz una ciudad lo más hermética posible. Todavía hoy quedan muchas muestras de estas obras de fortificación como el Baluarte de la Candelaria que divisamos desde la Alameda de Apodaca donde ahora nos encontramos.

El Baluarte de la Candelaria.





La Iglesia del Carmen es el lugar donde se celebró el solemne "Te Deum" en acción de gracias por la feliz conclusión del texto constitucional. En ella se venera a la Virgen del Carmen muy vinculada a la religiosidad gaditana como protectora de las gentes del mar.

Desde la Alameda Apodaca, continuamos por la del Marqués de Comillas en cuyo número 3 se encuentra la Iglesia del Carmen.

Atravesamos El Parque Genovés al final del cual, se encuentra el Hotel Parador Atlántico y enseguida llegamos a la Playa de la Caleta flanqueada por los Castillos de Santa Catalina y el de San Sebastián. Este último fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993. Se encuentra sobre una pequeña isla que se unió al casco urbano con la construcción de un malecón en 1860.

La Playa de la Caleta es la más pequeña de las playas de Cádiz, pero tiene el atractivo de estar situada en pleno centro, aunque para mí su mayor atractivo radica en el Balneario de Nuestra Señora de la Palma construido en los años 20. En esta playa se rodaron varias películas, entre ellas "Alatriste" o " Muere otro día".

El Antiguo balneario Nuestra Señora de la Palma. (Al ver algún perro en la playa bajé con Cooper, pero me informaron que no estaba permitido, así es que me fui casi nada más bajar pues preferí no arriesgarme a volver a Madrid con una multa)

Pasamos sentados un buen rato frente a la playa contemplando como va cambiando poco a poco la tonalidad de la luz según va cayendo la tarde. Y cuando eso ocurre, nos acercamos a una explanada que hay frente al Parador para contemplar los últimos rayos de sol fundirse con el mar.


No somos los únicos; hay varias personas que en un silencio casi reverencial fotografían o simplemente contemplan la puesta de sol... Mi foto sale borrosa; el único modo de que salga a esas horas bien es con la velocidad lenta y si no se dispone de un trípode lo normal es que salga movida. Si así todo la pongo aquí es porque me ayuda a recordar la magia de ese momento.


Con todo, creo que disfruté más aún si cabe de las visitas que hicimos al día siguiente, pues visitamos lugares cargados de interés desde un punto de vista histórico. Empezamos el día yendo a conocer el Monumento a las Cortes, Constitución y Sitio de Cádiz  que se encuentra en la Plaza de España, una zona ajardinada construida a principios del XX en unos terrenos ganados al mar, precisamente para albergar el monumento que se edificó para conmemorar el centenario de la proclamación de la Constitución de 1812.



En la plaza se encuentra también el palacio de la actual Diputación Provincial, una construcción noble típica de finales del XVIII ante la cual se realizó la primera lectura pública del texto constitucional.


Desde la Plaza de España se podía ver un barco de los muchos cruceros turísticos que hacen escala en el Puerto de Cádiz que daba la sensación de estar aparcado en tierra. Recuerdo que pensé en que sería gracioso intentar hacer una foto provocando esa sensación, como si fuese un falso fotomontaje.


Cooper tan poco interesado por el arte y la cultura como siempre, se las arregló para localizar algo que para él tiene mucho más interés, una fuente en la que por supuesto pretendía darse un chapuzón.

La parte posterior del monumento con una escultura de Hércules quien según la leyenda fue el fundador de Cádiz. En esa parte, pueden verse también las placas con los nombres de algunos de los diputado americanos que participaron en la promulgación de la Pepa.
Esa tarde volví con él a la plaza para dar un paseo. Se hizo pronto de noche, pero tuve tiempo de fotografiar de nuevo el monumento con una luz que me gusta más que la de la mañana.

A caballo el símbolo de la paz. El autorelieve representa la jura de la Constitución por los diputados el 19 de marzo de 1812 antes de su solemne promulgación. El edificio rosa del fondo es el edificio de la Diputación.
La Pepa con un ejemplar de la Constitución en una mano y una espada en la otra.
A caballo el símbolo de la guerra. El autorrelieve de esta parte derecha representa el momento en el cual la Junta de Defensa de Cádiz no accede a la rendición de la ciudad al Rey Jose Bonaparte. Al fondo parte de la Casa de las Cinco Torres y un tramo de la denominada de las Cuatro Torres.
A esa hora, la plaza estaba prácticamente desierta, me fijé en un señor que paseaba con su perrito y que parecía mostrarse meditabundo mientras observaba el monumento. Estuve a punto de entablar una conversación con él por si sus meditaciones tenían algo que ver con las mías y que no eran otras que pensar en el triste final del primer experimento constitucional de España. Fue Fernando VII quien a su regreso como titular del trono en 1914, derogó la Constitución de Cádiz, restaurando el absolutismo y persiguiendo a los liberales. Pero, al final, no le dije nada y le dejé seguir con sus meditaciones mientras yo continué con las mías...

Los comerciantes gaditanos levantaron en sus casas torres mirador para poder observar la llegadas de sus barcos a puerto. Aunque surgieron en el XVII, se popularizaron en el XVIII, convirtiéndose en elementos característicos de la arquitectura dieciochesca gaditana.
En la plaza se encuentra la casa denominada como Casa de las Cinco Torres. Construida en 1771 en realidad es un conjunto de cinco edificios de estilo barroco que constituyen un ejemplo de las muchas casas de comerciantes que hay en Cádiz. En la azotea de dichas casas se situaban torres cuya principal misión era servir de mirador para ver el movimiento de los barcos. En ocasiones estas torres vigías izaban banderas que ayudaban a los barcos a identificar las casas desde el mar. Otro ejemplo de este tipo de casas es la denominada Casa de las Cuatro Torres o Casa Fragela construida en 1745 por Juan de Fragela. Ésta se alquilaba a los comerciantes que necesitaban residir algún tiempo en Cádiz, aunque también se hospedaron algunos diputados venidos de otras zonas de España y de América para participar en los debates en el periodo previo a la promulgación de la Pepa.


Otro de los lugares de interés histórico que visitamos ese día fue El Oratorio de San Felipe Neri. En él se ideó y firmó la Carta Magna y es donde tuvieron lugar los debates de los diputados.

A finales de 1810 la casi totalidad del suelo español estaba invadida por los ejércitos franceses de Napoleón Bonaparte. Sólo Cádiz, ciudad amurallada, había sido capaz de resistir durante dos años y medio y allí, mientras las guerrillas y el pueblo luchaban contra los invasores, se refugian las instituciones que se ilusionan con preparar el futuro del país. Los diputados de las Cortes constituían una minoría instruida que pretendía arrebatar a los franceses la iniciativa reformadora que se había anunciado en la Carta de Bayona. La primera sesión de las Cortes tuvo lugar el 29 de septiembre de 1810 y la última el 19 de marzo de 1812 día de San José, de ahí el nombre de la Pepa que se le dio a la primera Carta Magna. En total se celebraron 1478 sesiones. Las jornadas duraban 4 horas y solían ser públicas.
Dado que muchos diputados procedían de Hispanoamérica, la Constitución de Cádiz fue el punto de partida para el resto de textos constitucionales que se aprobaron al otro lado del mundo.

Fachada del oratorio con numerosas placas dedicadas a los diputados doceañistas. Fueron colocadas  en 1912 con motivo de la celebración del primer centenario de la Constitución.

El interior del oratorio es una planta elíptica a la que se abren siete capillas. En el retablo mayor, barroco, se incluye una Inmaculada Concepción obra de Murillo. Uno de los motivos por las que se eligió este lugar para celebrar las sesiones de las cortes fue por su estructura ovalada y la ausencia de columnas que facilitaban el diálogo entre los diputados.


En el edificio contiguo al oratorio se encuentra el Museo de las Cortes de Cádiz. La entrada es gratuita, al contrario de lo que ocurre en el oratorio que cuesta 3 euros. El museo me encantó, pues te permite hacer un recorrido por el Cádiz de la época, por su gente y costumbres, pues está dedicado a la Historia de Cádiz durante el siglo XVIII y primer cuarto del XIX, especialmente al Cádiz de las Cortes y a la Constitución de 1812.

No sé si fue allí donde leí que en esa época nacieron muchos clásicos gastronómicos como la tortilla francesa que se tomaba en las fondas de la época. El motivo del nombre tiene que ver con el hecho de que al faltar la patata durante la Guerra de la Independencia, la gente se vio obligada a elaborar la tortilla sin patatas y a partir de ese momento se llamó tortilla francesa para distinguirla de la española.

Lo que si recuerdo es haber leído en el museo un texto de de un libro escrito en 1845 por Agustín de Horozco ("Historia de Cádiz") en el que ensalzaba el carácter amable y acogedor del pueblo gaditano, afirmación con la que no puedo estar más de acuerdo después de esta visita a la ciudad.
En el museo hay, además, una maqueta de la ciudad de 1777.


El resto del día lo pasamos perdiéndonos por las calles de Cádiz disfrutando de su magia que reside además de en las cosas que ya he citado, en su urbanismo, uno de los mejores conservados del siglo XVIII.


Quizás donde resulta más fácil apreciar la armonía arquitectónica del conjunto urbano es en la Calle Ancha que sale de la Plaza de San Antonio, pues como su mismo nombre indica es más amplia que las otros calles gaditanas.


Ese día nos retiramos pronto, hay un partido importante en la televisión y además mañana nos levantaremos temprano; mis amigos regresarán ya a Málaga y yo, aunque todavía me quedaré un día más en Cádiz, voy aprovechar para salir temprano de excursión a Vejer, en compañía de la amiga que está viajando conmigo por el sur y que estos días está alojada en casa de una amiga. Pero esa es otra historia...



Hotel Las Cortes de Cádiz.
Calle San Francisco, 9.
Teléfono: 956 22 04 89.
http://www.hotellascortes.com/en/
*Cobran suplemento por el perro.

También admiten mascotas
Los Apartamentos Ancha 34, pero desconozco las condiciones, pues todavía no he conseguido contactar con el dueño.

























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