Viajes con mi perro

Hotel los Perales. Puebla de Sanabria. Zamora.

Cuando entro en el hall del Hotel los Perales en Puebla de Sanabria, siento algo parecido al abatimiento. El hotel debió vivir sin duda momentos mejores en el pasado pero ahora parece triste, viejo y decorado de un modo que invita a la pesadumbre. El contraste con los 2 últimos hoteles en los que acabo de estar- el Castro 54 en La Coruña y la Quinta de San Amaro en Pontevedra- es brutal.


Sin embargo tengo que decir, haciendo honor a la verdad, que el hotel está limpísimo, también mi dormitorio, y que el señor que me atiende es de una amabilidad extrema, así es que enseguida decido centrarme solo en esas cosas positivas. Además, en la habitación dispongo de wifi y muy cerca del hotel pasa el río Castro, afluente del Tera, de donde parte un camino de unos 10 Km que finaliza en la zona conocida como la Chopera en el Puente de Sanabria.

Y eso sin contar con que, además, aceptan a Cooper sin ningún problema. Aunque él parece haberse acostumbrado al lujo muy fácilmente, pues cuando me dispongo a subir a mi habitación por segunda vez tras un paseo por Puebla, se planta en las escaleras negándose a subir en un gesto que no ofrece duda y como queriendo decir después de los hoteles con jardín en los que hemos estado¿qué haces trayéndome ahora a estos sitios?.

He salido por la mañana de la Quinta de San Amaro, en Meaño (Pontevedra). Como el hotel está a tan solo 42 km de Pontevedra capital, mi intención inicial es acercarme a visitar esta ciudad pues al parecer cuenta con un precioso casco antiguo, pero decido desistir de mi intención inicial cuando me entero de que ese día se celebra una fiesta medieval que hace prácticamente impracticable el paseo por la afluencia de gente, así es que me pongo rumbo a Puebla de Sanabria con la idea de hacer alguna parada por el camino, quizás en Orense.

Atravieso la ría de Vigo, hermosísima, y enseguida entro en la provincia de Orense. El paisaje me parece mucho más bonito, quizás porque la autovía atraviesa zonas prácticamente despobladas.También porque van despareciendo los eucaliptos que van siendo sustituidos por otras especies como robles y castaños. A esta altura del viaje ya he decidido que es Orense donde voy hacer una parada, pero de pronto veo una desviación que pone Ribadavia y siguiendo una rara inspiración la tomo sin dudar, de lo cual me alegro casi de inmediato.




Porque en cuanto empiezo a caminar por sus estrechas calles me sorprendo al descubrir que Ribadavia cuenta con la judería más grande y mejor conservada de Galicia, donde las familias judías prosperaron comerciando con el vino de Ribeiro; probablemente dicha judería se formó en torno a los S.XII y XIII debido precisamente a la prosperidad vinitícola de la villa.

La Plaza Mayor. Al fondo la Casa Consistorial.


Torre del campanario(S.XVI) de la Casa Consistorial.
Hay una pastelería de dulces hebreos y un Centro de Información Judía de Galicia situado en la Oficina de Turismo en la Plaza Mayor. Y es allí precisamente a donde me dirijo tras un paseo por el barrio de la Magdalena que es como se llama al barrio judío de Ribadavia. Allí me informan que estoy en la comarca del Ribeiro que está constituida por diez ayuntamientos y me recomiendan que para seguir mi camino hacia Orense, tome la comarcal en lugar de la autovía que es mucho más bonita.

Y me alegro de seguir su recomendación pues es un verdadero placer conducir lentamente por esa carretera con el embalse de Castrelo de Miño a un lado y un suave paisaje formado por viñedos al otro.





Pero antes de hacer ese recorrido, Ribadavia me da otra sorpresa agradable y es que he llegado el día en que celebran la fiesta de la virgen del Portal, patrona de la ciudad. Y con ese motivo salen a la calle una pareja de gigantes acompañados por cabezudos y una charanga.



Los gigantes son un rey y una reina que representan a los primeros señores de la villa Don Pedro Ruiz Sarmiento y doña Juana de Guzmán y son conocidos popularmente como Don Pedro y doña Ana. Parece ser que durante un tiempo cayeron en el olvido, pero en el 2002 se restauraron y construyeron nuevos cabezudos un lobo, un vinicultor, una vieja.. copiando a los antiguos.


La tradición se remonta al S.XVIII época en que salían en las fiestas del Corpus, pero a partir de la prohibición de Carlos III abandonaron la procesión del Corpus aunque siguieron saliendo en la festividad de la patrona.


Cooper y yo les seguimos con la gente del pueblo un trecho por las calles de Ribadavia para después irme ya a recoger el coche para continuar mi camino hasta Puebla de Sanabria. En el recorrido me voy encontrando con casas blasonadas e iglesias románicas, alguna tan bonita como la iglesia de Santiago, magnífico ejemplar del románico gallego de finales del s. XII aunque la torre es barroca. En Ribadavia hay también un castillo en ruinas, el de los condes de Ribadavia.

Iglesia de Santiago.
Un par de horas más tarde llego a Puebla de Sanabria y tras instalarme en el Hotel los Perales y descansar un rato en la habitación, salgo con Cooper a dar un paseo. Caminamos unos 10 minutos hasta el centro y tomamos una calle empinada lo que, sin duda, debe parecerle a Cooper un esfuerzo excesivo lo que no duda en demostrarme tumbándose en el suelo. Y unos minutos más tarde me tira con determinación hacia la terraza de un bar, pues durante este verano ya he obsevado que a Cooper le encanta esta costumbre tan española de pasar las horas en las terrazas dormitando aunque también atento por si le cae algo de comida.


Le digo que nuestra relación empieza a parecerse a un matrimonio aunque sé que no entiende nada de lo que le digo. Los dueños de los perros tras mucho tiempo de convivencia con su perro llegan hacerse ilusiones respecto a que sus animales entienden sus discursos. Cosa que yo sé que no es cierta. Aunque sé que entienden algunas palabras-espera, sienta, tumba, no, suelta, aquí, etc,etc-la comunicación se establece más por gestos y por asociaciones. Y eso es precisamente lo que me admira, esa capacidad de observación y asociación que le hace al perro comprender el significado de los gestos de su dueño sin entender sus palabras. La comunicación no verbal que se establece puede llegar a ser enorme y estoy segura que cualquiera que haya tenido la experiencia de convivir estrechamente con un perro puede contar mil y una anécdotas increíbles al respecto. También yo.


Tras dejarle descansar un rato decido complacerle y buscar una terraza más agradable que la que él en principio ha elegido y me encuentro¡oh maravilla! con la Sidrería la Guaja que tiene una situación estratégica sobre el río y una vista fantástica del castillo. Allí hago una especie de merienda cena y continúo después mi paseo. Me acerco al castillo donde hay una oficina de Información y Turismo y visito la iglesia de Nuestra Señora del Azogue (S.XII-XIII) donde se encuentra la Virgen del Azogue, patrona del pueblo.

Castillo-fortaleza de Puebla de Sanabria, construido a mediados del S.XV por los IV Condes de Benavente.
Del exterior de Nuestra Señora de Azogue destaca la fachada occidental por su originalidad. Adosadas como columnas se encuentran cuatro figuras humanas, dos varones con escrituras en las manos y una pareja de nobles en actitud orante. Y por encima de las arquivoltas sobresale una cabeza humana insertada en el muro, lo que me resulta de lo más curioso.


Al igual que Ribadavia, Puebla está en fiestas, lo que hace que la plaza Mayor aparezca menos bonita a causa de los tenderetes de música que han puesto, pero yo me las arreglo para callejear por calles menos transitadas hasta llegar al hotel.




Al día siguiente y ya de camino hacia Madrid pienso en la posición estratégica de Puebla de Sanabria, en pleno Camino de Santiago, a pocos kilómetros de Portugal (42 Km.de Bragança) y al lado del Parque Natural del lago de Sanabria que espero visitar algún día.

Repaso también mentalmente todos los sitios por los que he pasado cerca y que no me ha dado tiempo a visitar, Bayona, Tuy, Verín, y la propia Orense y Pontevedra. Y me digo que quizás pueda volver pronto o quizás no, lo que sin duda, concluyo, tampoco importa demasiado. Y me viene a la memoria aquello que escribió el escritor Marcel Proust de que "el secreto de la vida no está en el descubrimiento de nuevas tierras, sino en ver el mundo con ojos nuevos".

Y me pongo a pensar en hasta que punto estamos todos sometidos a un vida acelerada. Obsesionados por consumir no solo objetos sino experiencias de todo tipo, también viajes, que por supuesto tienen que ser a lugares exóticos y remotos. (Suponiendo que queden…). Sometidos a múltiples estímulos externos que en mi opinión acaban por provocarnos un estado de ansiedad considerable. Y de este modo sigo pensando que estamos perdiendo la capacidad para pasar un rato serenos sin planes predeterminados-tengo amigos que planifican su tiempo libre al milímetro como si se tratase de un trabajo-haciendo que también el ocio tenga que ser útil sometiendo así constantemente nuestro tiempo a la lógica de la rentabilidad.

No digo con esto que tengamos que vivir siempre lentamente, es obvio que a menudo tenemos que hacer las cosas con cierta celeridad y que en cualquier trabajo hay que saber gestionar bien el tiempo, pero lo que creo que acaba por producir estrés es esa sensación de que no controlamos los ritmos de nuestra vida. Yo he aprendido al menos a valorar más la calidad que la cantidad. A no obsesionarme pensando que vivo más, por ejemplo, si una tarde de sábado hago un montón de cosas en lugar de dar un simple paseo con Cooper y después ensayar, por ejemplo, una nueva receta de una tarta. Porque lo que verdaderamente dilata el tiempo no es hacer muchas cosas sino hacerlas estando plenamente presente, saboreando el momento. A veces, me da miedo perder la capacidad de hacer una actividad por el simple placer y disfrute que pueda proporcionarme con independencia de que me aporte algún tipo de rentabilidad.

En nuestra sociedad, en cambio, y siguiendo con el ejemplo anterior, se nos anima a que compremos la tarta ya hecha para tener más tiempo para gastarlo muchas veces no sé sabe en qué, quizás en intentar absorber el bombardeo de información al que estamos sometidos. Si uno analiza, y yo lo hago a veces, en que he empleado mi tiempo frente al ordenador, concluyo que he estado pasando veloz y superficialmente sobre varios asuntos sin profundizar en ninguno. Por eso hay épocas que procuro acercarme al ordenador solo lo estrictamente necesario y prefiero emplear mi tiempo en leer un libro que exige más atención y concentración y que elimina esa sensación de dispersión que experimento a veces. No se debe desprender de estas palabras que soy una enemiga de las nuevas tecnologías, antes al contrario, pero supongo que simplemente debemos aprender a utilizarlas con tino.

Finalmente concluyo mis reflexiones pensando que una de las cosas que me gusta de mis viajes con Cooper, también de alguno de nuestros paseos juntos, es que me invitan a vivir ese tiempo juntos más lentamente y a encontrar momentos que invitan a la reflexión y a la calma.

Por eso también me hizo gracia la casualidad que supuso al llegar a mi casa en Madrid y encender el ordenador encontrarme con el siguiente artículo: "El pensamiento vagabundo" de Jordi Soler.

http://elpais.com/elpais/2013/09/03/opinion/1378231243_993244.html



Hotel los Perales. Puebla de Sanabria. Zamora.
http://www.hotellosperales.com/
No piden suplemento por el perro.

Hoteles que admiten perros cerca de Ribadavia:

Casa dos Ulloa. Esposende. Ourense.
http://www.casadosulloa.es/

Pazo de Esposende. Esposende. Ourense.
http://www.pazodeesposende.es/

Pazos Hermos. Pena. Ourense
http://www.pazoshermos.com/

Casa Ramirás. O Viso. Ourense.
http://www.casaramiras.com/







0 comentarios

Viajes con mi perro