Viajes con mi perro

Hotel Quinta de San Amaro. Meaño. (Pontevedra).



Llego al Hotel la Quinta de San Amaro en Meaño (Pontevedra) tras haber pasado dos noches en Sada, en el Hotel El Castro 54, y tras dos breves paradas por el camino, una en Santiago de Compostela y la otra en un pueblecito llamado Combarro.


El hotel consta de 14 habitaciones con vistas al valle de Salnés salpicado de viñedos de uva de Albariño y rodeado de grandes y pequeñas bodegas. Yo lo elegí no solo porque aceptasen a Cooper sino por su posición estratégica cerca de muchos puntos de interés turístico (San Xenxo, Cambados, Pontevedra, O Grove…) además de un sitio perfecto para descubrir las propuestas de ocio que ofrece la ruta del vino de las Rías Bajas.


Nada más llegar al hotel me alarmo con la visión de la piscina que hay en la entrada pues temo que Cooper se obsesione durante nuestra estancia con darse un baño; empiezo a temer que igual voy a tener que recurrir a tenerlo atado durante toda mi estancia.

Pero una cosa estupenda del hotel- en realidad no hay nada que no sea estupendo en la Quinta de San Amaro- es que es muy grande con diferentes espacios repartidos en distintos puntos de una finca que en total alcanza los 5000 metros cuadrados; así es que enseguida descubro que hay una hermosa pradera con hamacas donde me instalo y paso casi todo el tiempo que resta del día.




Hasta allí se acerca Nacho, uno de los propietarios del hotel, que resulta durante toda mi estancia un anfitrión perfecto, atento en todo momento, pero sin invadir en ningún momento tu espacio. Charlamos un rato y después ya paso el resto de la tarde leyendo y descansando sola con la sola compañía de Cooper.


Cuando empieza a anochecer me doy un paseo con él por un camino que rodea al hotel entre viñedos de uva de la variedad de Albariño y enseguida me retiro a la habitación donde veo la TV y navego por el ordenador y me desternillo de risa con las bromas en la red en torno al relaxing cup of café con leche.

A la mañana siguiente y tras el desayuno, abundante, esmeradamente servido y exquisito, con una tarta de manzana y cruasanes que al parecer el hotel encarga a un obrador de la zona y que no tienen nada que envidiar a los de la pâtisserie más selecta de París, Nacho me explica los sitios de interés que puedo visitar en los alrededores.

De todas sus propuestas, yo me decanto por el Monasterio de Armenteira para después ir a San Vicente del Mar en la península de O Grove .


El Monasterio Cisterciense de Armenteira está habitado por una comunidad de monjas de la misma orden. Su construcción es muy austera y data del S.XII destacando su rosetón.


Hay una leyenda muy bonita respecto a su fundador, un noble gallego llamado Ero de Armenteira y que está recogida en las cántigas recopiladas por Alfonso X el Sabio, según la cual una noche él y su mujer tuvieron un sueño en el que la Virgen les decía que fundasen un monasterio por lo cual decidió ceder uno de sus palacios para transformarlo en monasterio nombrándose abad del mismo. Ero de Armenteira le pidió repetidas veces a la Virgen que le dejase ver como era el paraíso hasta que un día paseando por un bosque cercano escuchó el canto de un pájaro que le cautivó, sentándose bajo un árbol para escucharlo. Se quedó así  durante 300 años al cabo de los cuales regresó al monasterio y al preguntar por los monjes y no obtener respuesta comprendió lo ocurrido, muriéndose después.


El claustro actual del monasterio, está adosado a la iglesia y fue construido entre 1575 y 1778.
Otra leyenda vinculada al Monasterio de Armenteira es la que afirma que fueron los monjes de Cluny quienes llevaron en el S. XII, la variedad de uva de Albariño y que desde allí se extendió a Galicia y el norte de Portugal (el vino verde portugués también se elabora con esta variedad de uva), pero como digo parece que se trata de una leyenda ya que la uva de Albariño es una variedad de uva blanca autóctona de Galicia.

Lo que no tengo ni idea es por qué razón hay a la entrada del Monasterio, un busto dedicado al escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) con la siguiente inscripción:"A mí la literatura nadie me la enseñó. La descubrí una vez como en la curva de una rama de abedul el espíritu del bosque columpiándose y riéndose".


Y es precisamente en el Monasterio de Armenteira donde termina La ruta de la Piedra y del Agua que era otro de los sitios que Nacho me había recomendado.

La ruta de unos 8 Km discurre pegada al Río Armenteira donde se van viendo distintos molinos restaurados que en su día fueron utilizados para la molienda del maíz. En el propio monasterio, hay una oficina de Información y Turismo y es allí donde al decirles que no es mi intención hacer la ruta completa me recomiendan que vaya en coche hasta la Rotonda de Barrantes para hacer la parte de la ruta que empieza allí por ser según me aseguran más bonita.Y eso es lo que hago con la consabida alegría de Cooper que se muestra muy contento durante todo el paseo.


Tras nuestra caminata por la Ruta de la Piedra y del Agua, me dirijo otra vez en el coche hacia un pueblecito llamado San Vicente del Mar que se encuentra en la península de O Grove, con la idea de hacer otra ruta, esta vez por el litoral, la conocida como Ruta de las Piedras Negras.


Para llegar allí hay que pasar por la Playa de la Lanzada. En realidad, esta hermosa playa de 2,5 Km. es el istmo que une la Península del Grove con el resto de tierra firme. Antes de llegar a el Puerto de San Vicente, hay un mirador en el que me detuve unos minutos y desde el que hay una hermosa vista de la playa.


En cuanto a la Ruta de las Piedras Negras me pareció preciosa pues va discurriendo entre un paisaje de piedras de extrañas formas y colores y con bajadas a diferentes calas. Todo el camino se hace sobre una pasarela de madera que me encantó porque queda perfectamente integrada en el paisaje y no resulta como ocurre con la mayoría de las obras del hombre una agresión hacia el paisaje.


Yo llevo a Cooper atado durante todo el paseo no solo por cumplir con la recomendaciones de un cartel que vi en algún momento de la ruta, sino además para evitar que se lance al agua en cualquier momento. Con todo, lo mejor fue descubrir que la última playa está permitida la entrada con perros por lo que no dudo en soltarlo cuando llego a la misma para que se pegue un baño.



La playa canina en la ruta de las Piedras Negras.

Antes de regresar al hotel me tomo un aperitivo en la terraza de un chiringuito lleno de encanto frente a una de las playas que me voy encontrando en el paseo. Desde él diviso la Isla de Ons que junto con las islas Cíes, constituye uno de los atractivos de la zona. El camarero que me atiende, me cuenta que hay barcos que salen de Bueu, San Xenxo o Portonovo hacia la isla. Lo que no sé si admitirían a Cooper.

Y a esta altura del día, decido volver al hotel aunque antes me doy un breve paseo por San Xenxo.


La playa de San Xenxo.
El resto de la tarde aprovecho para pegarme un baño en la piscina del hotel-en el hotel te facilitan la toalla y las chanclas-bajo la atenta mirada de Cooper que sorprendemente no hace el menor gesto de seguir mis pasos. Como la noche anterior y a pesar de que a juzgar por el desayuno deduzco que el restaurante del hotel debe ser magnífico, vuelvo a resolver la cena a base de frutos secos y unas frutas frescas que llevo en la mochila. No me apetece dejar a Cooper solo en la habitación mientras ceno, en realidad no llegué a preguntar si estaba permitido


Lo que si hago es disfrutar de un atardecer magnífico desde el hórreo que han acondicionado a modo de salón acritalado y desde donde me protejo del fuerte viento que se levantó esa tarde.

Al día siguiente y tras otro maravilloso desayuno, me despido de Nacho y no sin cierto pesar me voy de este estupendo hotel hacia Puebla de Sanabria (Zamora) que será donde haga mi última parada antes de llegar a Madrid.

Hotel la Quinta de San Amaro.
Meaño. Pontevedra.
http://www.quintadesanamaro.com/
No piden suplemento por el perro.





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