Viajes con mi perro

Hotel Petit Palace Bristol. Valencia


Se acerca el gran día. Por fin, voy a conocer Valencia... Entre los varios hoteles que localizo en Valencia capital que admiten perro, me decanto por el Hotel Petit Palace Bristol, y ello a pesar de que descubro el comentario del algún que otro internauta quejándose del pequeño tamaño de las habitaciones.

Plaza de la Reina.
En el mensaje de confirmación de la reserva que el hotel me envió, se especificaba que tenían un acuerdo con el parking de la vecina Plaza de la Reina por si quería dejar el coche allí nada más llegar. Lamentablemente no vi esa información, así es que en cuanto llegamos a Valencia me dirijo directamente a la calle donde se encuentra el hotel, lo cual hace que la entrada sea un poco accidentada, pues la calle es muy estrecha con unos bolardos que no permiten aparcar en doble fila. Por si eso fuera poco, el conductor del coche que viene detrás, se muestra tan impaciente que decido dejar en el hotel a la amiga que me acompaña en este viaje, con el equipaje, y seguir yo sola con Cooper en el coche. Afortunadamente acabo por encontrar un sitio para aparcar en una calle cercana al hotel, donde dejamos el coche durante los dos días que pasamos en Valencia.

El Museo Nacional de Cerámica. Al fondo a la derecha se encuentra el Hotel Petit Palace Bristol.
Unos buenos amigos que me han acompañado en más de uno de los viajes que aparecen relatados en esta página, me comentan a menudo que debería aclarar que yo no saco ningún rendimiento económico de este blog. Por primera vez me veo en la obligación de aclararlo, porque al hablar del hotel sólo puedo escribir maravillas y eso puede hacer sospechar a alguien que recibo algún tipo de retribución por los comentarios elogiosos.


El Museo Nacional de Cerámica en la Calle Poeta Querol, 2.
La primera sorpresa agradable tiene que ver con su situación en el centro del casco antiguo, al lado del palacio barroco del Marqués de Dos Aguas que acoge el Museo Nacional de Cerámica González Martí. La segunda, con el recibimiento y el trato y atenciones, dispensados por parte del personal durante toda nuestra estancia que hizo que nos sintiésemos muy a gusto, como si estuviésemos en casa.

Hotel Petit Palace Bristol.
En el hotel coincido con una chica que se hospeda con su boxer y que al parecer acostumbra a viajar siempre con él. Me comenta que es el primer hotel que tiene el detalle de recibirla con un comedero y bebedero para el perro y un saquito de pienso de alta gama como el que nos dieron nada más entrar. En cuanto a la habitación, no me pareció en modo alguno pequeña, aunque la de mi amiga si era de menores dimensiones. Ambas daban a un patio interior, aunque el día que nos fuimos descubrí que el hotel dispone de habitaciones con una hermosa terraza que hubiese hecho las delicias de Cooper.

El edificio rosa del fondo a la derecha es el Hotel Petit Palace Bristol.
En cuanto nos instalamos en el hotel damos un paseo por la ciudad que nos lleva a la Plaza Redonda y después a la Plaza del Mercado donde se encuentra el Mercado Central, un enorme edifico art nouveau de hierro, cristal y azulejos.

 Mercado Central.
En cuanto a la Plaza Redonda es una placita interior de forma circular, llena de encanto y rodeada de calles pequeñas y estrechas llenas de bares de tapas.

Está rodeada de tiendas tradicionales y hay además puestos que venden encajes, telas, hilos y recuerdos valencianos. Fue construida por Salvador Escrig Melchor y restaurada en el 2012. El escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez (Valencia 1867/ Menton, Francia 1928), cita a esta plaza en su novela "Arroz y Tartana".

Al fondo, La Estación del Norte.
Empieza a oscurecer así es que decidimos ir a cenar al barrio de Ruzafa, un barrio que, según nos cuentan en el hotel, tras vivir mucho tiempo abandonado ha sido reurbanizado pasando a ser un barrio de moda, lleno de bares y terrazas. Nosotras damos nuestro paseo por el barrio buscando un bar que se llama La Tasqueta del Mercat en la calle Maestro Aguilar, 2, pero acabamos en otro, de nombre parecido, que se llama La Bodega del Mercat en la calle Cura Femenía, 2 y que se encuentra en una bodega de 1915.

Como hace muy buena temperatura y nos acompaña Cooper (hicimos el viaje en Diciembre durante unos días excepcionalmente calurosos), tomamos una ensalada y un par de tapas en la terraza, y después con visibles síntomas de cansancio, iniciamos el regreso al hotel. A pesar de todo, todavía tenemos fuerzas para entrar a admirar la Estación del Norte, en la calle Játiva, que nos queda de camino. Construida entre 1907 y 1917 inspirándose en el art nouveau austriaco, tiene el vestíbulo decorado con paneles de azulejos y vidrieras que evocan la vida en L'Albufera y la huerta.

Al fondo a la izquierda el Miguelete, campanario de la catedral, en la Plaza de la Reina (consta en su interior con una escalera de caracol de 207 escalones para llegar a la parte superior desde donde, al parecer, hay una vista espectacular )
Al día siguiente, y tras un estupendo desayuno en el hotel, salimos a disfrutar de otro día de intensivo turisteo.

La Plaza de la Virgen con la Fuente del Turia a la izquierda.
Caminamos hasta La Plaza de la Virgen, donde se encuentran tres edificios interesantes, La Catedral, El Palacio de la Generalidad y La Basílica de la Virgen de los Desamparados . La patrona de Valencia se encuentra en el altar mayor de esta iglesia del siglo XVII. Durante las Fallas se tributa a la Virgen una ofrenda floral en la plaza de la iglesia.


Fue en esta plaza donde, por unos momentos, Cooper desapareció de nuestra vista. De pronto, lo vemos literalmente sepultado por los niños de un colegio que estaban de excursión en Valencia. Cuando me acerco a ellos me cuentan que se ha comido un bocadillo de chorizo de uno de los niños; según parece, estaba a su alcance porque su propietario ya no lo quería, así es que no aceptaron mi ofrecimiento de comprarles otro.

Puerta del Palau.

Puerta de los Hierros.
En cuanto a la catedral, fue construida originalmente en el siglo XIII, si bien ha sido ampliada a lo largo de los siglos, siendo sus tres puertas de estilos diferentes. La entrada principal es de estilo barroco, la Puerta de los Hierros y la más antigua es la Puerta del Palau, de estilo románico.


El Palacio de la Generalitat, sede del Gobierno autónomo.
Desde allí nos vamos a dejar a Cooper en el hotel y no porque hayamos decidido castigarlo por comer bocadillos ajenos, sino porque ahora vamos a visitar La Lonja Cooper no puede entrar en el interior.

La Lonja.
Tenía mucho interés en conocer La Lonja y la verdad es que no me decepcionó en absoluto, pues me pareció un edificio precioso. Declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996, está considerada como el más emblemático de los edificios del gótico civil valenciano, símbolo del poder que la burguesía valenciana llegó a tener durante el siglo XV.

La Sala de Contratación, dedicada a las transacciones mercantiles.
Tras la visita a La Lonja y de camino al hotel, vuelvo a encontrarme con una pareja de belgas con los que había estado hablando por la mañana enfrente del mercado y que me habían contado que estaban haciendo un viaje con sus tres golden, desde Bélgica hasta Cartagena. A su lado mis viajes con Cooper parecen una broma. Tiene razón el escritor y filósofo barcelonés Rafael Argullol cuando escribe, "El mundo tiene fronteras, las que tu te pongas".

Los tres preciosos goldens que viajaban con sus dueños desde Bélgica...
...aunque encuentro a Cooper tan guapo como ellos.
La tarde de ese día la dedicamos a pasear por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, un impresionante centro de ocio de 350.000 metros cuadrados que comprende, entre otros edificios, El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, El Oceonográfico y El Palacio de las Artes Reina Sofía. Mucho se ha escrito sobre el despilfarro y la mala gestión financiera que supuso esta obra de los arquitectos Félix Candela y Santiago Calatrava, lo que desgraciadamente supongo que es cierto, pero mientras estaba allí decidí no amargarme con esa clase de reflexiones y me limité a apreciar unos edificios que me encantaron y que, como otros muchos edificios de Valencia, me parecieron un lugar perfecto para mirarlos a través del objetivo de una cámara.






Para llegar hasta allí caminamos por los Jardines del Turia, pues La Ciudad de las Artes y Las Ciencias se encuentra al final de los mismos. El antiguo cauce del Río Turia fue drenado y desviado después de la inundación en 1957, de modo que el antiguo cauce es hoy una franja de 5 km de jardines, campos deportivos y parques infantiles cruzado por una docena de puentes. Nosotras vamos hasta la Plaza de Alonso el Magnánimo y accedemos a los Jardines del Turia a la altura del Puente del Mar.


Cooper en los Jardines del Turia.
Empieza a chispear un poco y ante la previsión de que llueva de verdad, iniciamos el regreso de nuevo por los Jardines del Turia.


Cuando nos vamos acercando al centro tomamos la Calle de la Paz que termina en La Plaza de la Reina y desde la que se tiene una bonita vista de la Torre de la Iglesia de Santa Catalina. Con cantidad de edificios modernistas, su construcción comenzó a finales del siglo XIX, siendo la burguesía valenciana quien planificó esta obra siguiendo los criterios estéticos de aquella época, con avenidas anchas.

Cuenta el escritor Juan Gil Albert que el poeta Luis Cernuda en 1937 exclamó: "Esto es una calle, una de las pocas que hay en España". Desafortunadamente desaparecieron dos famosos cafés de la calle, El Siglo y El Ideal Room en el número 19 donde se reunieron poetas y escritores de la generación del 27 a la que pertenecía el citado poeta sevillano Luis Cernuda(Sevilla 1902/Ciudad de México 1963), admirador de la calle.

La Torre de la Iglesia de Santa Catalina al final de la calle de la Paz. 

Como curiosidad comentar que en el número 42, se encuentra una placa conmemorativa que recuerda la ubicación durante La Guerra Civil del Gobierno Republicano en Valencia.

Todavía y a pesar del cansancio, hacemos una visita al Museo Nacional de Cerámica, aprovechando que en el hotel nos permitieron dejar a Cooper solo en la habitación. El Museo cuenta con 5000 piezas de cerámica prehistórica, griega y romana así como obras de Picasso y una cocina valenciana tradicional.

Ese día nos acostamos temprano, pues aún queremos aprovechar la mañana del siguiente día para seguir visitando Valencia, antes de dejar el hotel.


Por eso me levanto temprano al día siguiente y me acerco con Cooper hasta la Plaza del Ayuntamiento, donde se encuentran, al igual que sucede por todo el centro de Valencia, varios edificios de estilo modernista y por supuesto, el del Ayuntamiento de estilo barroco.

El Ayuntamiento.
Y después, ya en compañía de mi amiga, nos acercamos a la Plaza del Carmen, epicentro del barrio del mismo nombre por cuyas calles nos vamos perdiendo hasta llegar a las Torres de Serranos.


Volvemos por la calle Serranos hasta el hotel para preparar las maletas y todavía aprovechando que aún nos queda un rato antes de dejar la habitación antes de las 12 de la mañana, nos vamos a paso rápido y sin Cooper, también sin la máquina de fotos hasta el Mercado de Colón, un antiguo mercado de estilo modernista rehabilitado y dotado de establecimientos de hostelería. Fue construido por el arquitecto Mora Berenguer entre 1914 y 1916 y declarado Monumento Nacional. Se encuentra en el Ensanche de Valencia.

Y ahora si nos vamos de Valencia, aunque decididas a seguir aprovechando el tiempo al máximo y tras recoger a Cooper y al equipaje, nos acercamos a la playa de Malvarrosa, una playa de arena fina de un kilómetro de longitud y bordeada por el paseo marítimo.

Cooper en la playa de la Malvarrosa.



Allí aparcamos enfrente del Hotel Las Arenas Balneario Resort, un impresionante hotel, situado enfrente de la playa al lado del cual, y en la Avda. Neptuno nº 38, se encuentra Casa Chaparro en cuya terraza tomamos unas exquisitas alcachofas y unos boquerones fritos. Pero antes damos un paseo por la playa. La playa fue una agradable sorpresa, acostumbrada a que la imagen de muchas playas quede destrozada por edificios de estética más que dudosa y demasiado altos, me encantó ver que lo que hay detrás de la playa son edificios bajos pertenecientes al antiguo barrio marinero conocido con el nombre de Cabañal- Cañameral.




Tras la comida nos vamos de Valencia, apenas nos hemos alejado unos kilómetros, cuando me sorprendo pensando en que no me importaría volver a una ciudad que me gustó tanto y plagada de edificios arquitectónicamente tan interesantes y con tantos lugares de interés.


Nuestro siguiente destino es Gandía, allí pasaremos un par de días en casa de una amiga de la mía, pero antes de llegar hasta allí, decidimos hacer un alto en el camino, y hacer una breve parada en La Albufera.


La laguna se extiende sobre unas 2800 hectáreas, aunque en la actualidad es unas diez veces menor que hace 2000 años, cuando el Golfo de Valencia, quedó cerrado parcialmente a causa de los sedimentos de los ríos Júcar y Turia.


Nosotras nos detenemos en el Mirador de El Pujol, donde dada su orientación a poniente, se pueden contemplar atardeceres de gran belleza. Cuando llegamos nosotras todavía falta una hora larga para que llegue ese momento, pero hay una luz grisácea muy bonita y en lugar se respira una paz a la que no es fácil sustraerse. Muy cerca de Cooper, que parece haberse contagiado de la placidez del lugar, me quedo un rato contemplando las idas y venidas de las aves que hay por allí en ese momento.



Y por fin, desde allí, seguimos rumbo a Gandía...

Hotel Petit Palace Bristol
Calle L´ Abadía de San Martín, 3.
Valencia.
http://en.petitpalacebristolhotel.com/

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