Viajes con mi perro

Finca El Carpintero. Tornavacas. Valle del Jerte (Cáceres)


El hotel Finca el Carpintero.
Después de mi última estancia en Gijón en la que Cooper y yo disfrutamos intensamente de nuestros paseos juntos por la playa de San Lorenzo, regreso a Madrid donde comienzo el año 2014 llena de ilusión y muchos propósitos entre los que se encuentran dos "clásicos": perder algo de peso y estudiar inglés. (Un amigo me contó hace tiempo que había coincidido una vez con el político Joaquín Leguina quien le había dicho que su epitafio iba a ser : "Aquí yace Joaquín Leguina estudiante de inglés"; creo que se le voy copiar)

Reflejos en la playa de San Lorenzo.
Mis días en Madrid transcurren los 3 primeros meses de 2014 como los de la mayoría de la gente, entre alegrías, preocupaciones, actividades varias, encuentros y desencuentros, ilusiones y por supuesto paseos con Cooper.

Hasta que un día, en uno de ellos, descubro que la primavera ha llegado de pronto a Madrid. La nueva estación todavía no ha comenzado oficialmente, pero es imposible no darse cuenta de su llegada inminente cuando uno observa los almendros y mimosas cuajados de flores.Y el trino de los pájaros que nos acompañan en nuestros paseos por parques y jardines .Y las cálidas temperaturas que disfrutamos muchos días.

Y cuando nuestros paseos son por ciudad, observo las terrazas al aire libre llenas ya de gente. Y todo ello, y el hecho de que los días sean ya más largos, hace que vuelva a sentir fuertes deseos de ponerme de nuevo en carretera para hacer otro de mis viajes con Cooper. Espero con ansiedad ese momento.

Y, por fin, la oportunidad de hacer el ansiado viaje se presenta el día 22 de Marzo fecha en que unos amigos y yo acordamos hacer una escapada juntos a Tornavacas, un pueblecito de la provincia de Cáceres localizado en pleno Valle del Jerte y situado a 214 Km. de Madrid.

Y así, la mañana de ese día Cooper y yo salimos de casa a las 9 en punto de la mañana para reunirnos con nuestros amigos y empezar nuestro viaje hacia Tornavacas donde se encuentra la Finca el Carpintero, el hotel que habíamos elegido para pasar las siguientes dos noches.

Para llegar hasta allí, hay que ir Avila y después tomar la N110. Nosotros, sin embargo, decidimos alargar nuestro viaje de ida y en lugar de continuar directamente por dicha nacional, a la altura del Barco de Avila, nos desviamos en dirección a Candelario un pueblecito de la provincia de Salamanca que teníamos interés en conocer.


Candelario mantiene intacta su arquitectura típica de casas de tres platas de piedra madera de castaño y forja construidas para la industria chacinera que era la actividad principal de la villa desde el S.XVIII hasta principios del XX. La planta baja se utilizaba para elaborar el embutido la primera planta era la vivienda de los dueños de la casa y el desván estaba dedicado al secado de los embutidos.

Batipuerta.
A nosotros, sin embargo, lo que más nos llamó la atención fueron los llamadas batipuertas, un elemento arquitectónico situado en la parte exterior de la puerta de entrada a las viviendas. Su finalidad era que la puerta principal estuviese abierta dejando entrar la claridad de la calle para poder trabajar cómodamente evitando además que los animales que transitaban por la calle no pudieran entrar en la casa. Por otro lado, en época de matanza se usaba para que le matarife estuviese protegido al darle la puntilla a la res que estaba enmaromada en el exterior.

Otra cosa que nos sorprendió mucho son las llamadas regaderas que son unos canales de agua que discurren por todas las calles del pueblo y cuya finalidad era mantener las calles limpias después de la matanza que discurría entre el 2 de Noviembre al 2 de Febrero en la que se sacrificaban miles de cerdos para elaborar el famoso chorizo de Candelario.


Nosotros fuimos dando el paseo hasta la Ermita del Santísimo Cristo del Refugio del siglo XVI por bonitas calles empinadas donde vimos alguna fuente de las 15 que tiene el pueblo como la denominada Fuente de Perales.

Sin embargo, yo a medida que iba adentrándome en el pueblo e iba enterándome dela finalidad de las batipuertas y regaderas empecé a sentir una cierta aprensión. Imaginarme la matanza de miles de cerdos y las calles ensangrentadas me hizo pensar en la matanza que allí tenía lugar como una especie de orgía de muerte, sangre y dolor. Recuerdo que pensé lo contenta que estaba de haber eliminado de mi dieta la sobrasada, embutidos y otras delicias gastronómicas. Por más que me gusten lo prefiero así; eso sin contar con que supongo será más sano prescindir de esos alimentos.



Desde Candelario y antes de dirigirnos al hotel nos fuimos a otro pueblecito, este ya en la provincia de Cáceres, llamado Hervás famoso por su judería donde residía la comunidad hebrea formada por  familias de comerciantes y artesanos hasta su expulsión por orden de los Reyes Católicos. Cuando estos últimos decretaron su expulsión en 1492 salieron de la judería de Hervás alrededor de 25 familias con destino a Portugal vía Ciudad Rodrigo; otros se hicieron cristianos conversos.


Cuando nosotros llegamos, Hervás estaba muy animado con un montón de terrazas llenas a rebosar. Las calles son angostas y con recovecos y las casas que construían los hebreos carentes de estilo arquitectónico, pues solo buscaban una utilidad práctica.


En nuestro paseo descubrí un motivo fotográfico maravilloso, hasta el punto que me puse nerviosa pues siempre que fotografio a alguien si su permiso me preocupa que pueda molestarse. Por eso me quedé un tanto frustrada de no haber conseguido la foto técnicamente perfecta, a pesar de que hice varias, pero en fin no quise insistir por si acaso.


Fue después de la visita que hicimos a Hervás que decidimos dirigirnos, por fin, a Tornavacas. Pero para llegar a esta localidad desde Hervás tuvimos que ir por el Puerto de Honduras que es un puerto de montaña que une el Valle de Ambroz  donde está Hervás con el Valle del Jerte y que nos pareció tan hermoso como peligroso. La verdad es que conducir por una carretera con tantas curvas y estrechas se nos antojó por momentos como un deporte de alto riesgo.

Cooper en la Finca el Carpintero.
Quizás por ello, nos mostramos encantados cuando, por fin, llegamos a la Finca el Carpintero. Pero no solo por ello, sino porque el hotel nos resultó encantador desde el primer momento, tan encantador como sus dueños Ana y Javier, dos personas que nos cubrieron de atenciones desde el primer momento haciendo nuestra estancia muy agradable.


El hotel tiene solo 8 habitaciones, un salón con chimenea muy acogedor puesto con mucho gusto y un cenador acristalado donde desayunamos y cenamos las dos noches que pasamos allí. Tiene además una situación estratégica en pleno Valle del Jerte y muy cerca de sitios de interés como la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, Plasencia, Cáceres, la Comarca de la Vera, el Parque Natural de Monfragüe, etc


Ese primer día, en cuanto dejamos las maletas salimos a dar un paseo por un sendero que nos indicó el dueño del hotel y que sale justo de la parte posterior del mismo. Desde allí se tiene una hermosa visión del valle con los almendros poblando la ladera, aunque en esa zona todavía no estaban todos los cerezos en flor y tuvimos que esperar al último día que regresamos a Madrid por la Comarca de la Vera para verlos florecidos en su mayoría. De todos modos, durante el paseo me entretuve fotografiando alguna flor de cerezo que ya había brotado y que me llamó especialmente la atención.





Y así tras la cena y una partida de cartas en el salón terminó nuestro primer día de este viaje.

Al día siguiente amaneció un día luminoso y soleado y por lo tanto perfecto para hacer la excursión que habíamos proyectado a la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos que se encuentra a tan solo 5 Km. del hotel. De las rutas que recomiendan en el Centro de Interpretación, nosotros elegimos una que se llama Ruta de los Pilones de unos 4 Km y que está perfectamente señalizada.


El camino discurre entre castaños primero y luego robles y tiene una parte ascendente algo pronunciada al principio.


Al final llegamos a un puente sobre el río desde el que pueden verse los pilones, extrañas formaciones de diferentes tamaños creados por la erosión del agua en las rocas graníticas.


Como era de esperar, Cooper en cuanto vio el agua, dejó claro su intención de bañarse, pero yo apenas le deje darse un chapuzón pues antes del puente hay un cartel en el que explica que hay pozas en las que se forman remolinos que pueden resultar peligrosas

Tras un rato descansando, iniciamos el regreso hacia el Centro de Interpretación donde habíamos dejado el coche.


El descenso lo hicimos por una pista forestal que hizo más cómoda la bajada.


Desde allí nos fuimos a Plasencia donde planeamos comer para acercarnos por la tarde al Parque de Montfragüe.

Yo ya había estado en Plasencia hace años por lo que sabía que es una ciudad que tiene dos catedrales unidas entre si. La antigua es un templo románico que se decidió ampliar en el S.XVI por lo que se derribó parte del altar mayor y se comenzó a edificar una nueva aunque se paralizó tras 50 años de obras.


Plasencia tiene además un importante patrimonio artístico, aunque la mayoría de los edificios de interés estaban cerrados a esa hora y nosotros nos limitamos a dar un paseo por sus calles hasta el Parador, después de comer en una terraza en la Plaza Mayor.




Y desde ahí nos fuimos hacia el Parque Nacional de Monfragüe, uno de los 15 parques nacionales que existen en España. Situado en el triángulo que formarían Plasencia, Trujillo y Cáceres, tiene una extensión de 18.396 hectáreas.

Desde su declaración como Parque Nacional se ha consolidado como un lugar privilegiado para observar aves (alimoches, buitres, y aguilas imperiales). El parque está atravesado por dos ríos, el Tajo y su afluente el Tiétar.

Nosotros nos detuvimos primero para coger información en el centro de visitantes que hay en Villareal de San Carlos fundada por Carlos III para vigilar la zona de Monfragüe de los bandoleros.

Fue allí donde nos informaron de la existencia de rutas a pie-todas salen de Villareal de San Carlos - y en coche. De las dos que hay en coche, nosotros elegimos una de 8 km que incluye la visita al mirador del Salto del Gitano y la subida al Castillo a pie.

Cuando llegamos al Salto del Gitano, la luz era preciosa y la vista sobre el Tajo simplemente espectacular.


Yo no sabía si concentrarme en fotografiar a mis amigos, al paisaje o a la enorme cantidad de buitres leonados que sobrevolaban sobre nuestras cabezas…









Desde ahí nos acercamos al Castillo al lado del cual hay una pequeña ermita donde se guarda la talla de la Virgen de Monfragüe, aunque cuando nosotros llegamos estaba cerrada. La vista desde lo alto del castillo es magnífica, nos quedamos allí un buen rato extasiados contemplándola.

Y cuando empezó ya a oscurecer iniciamos nuestra vuelta al hotel donde cenamos. Esa noche no hubo partida de cartas pues nos acostamos pronto. En mi habitación puse un rato la televisión donde emitían programas en varias cadenas exaltando la figura de Adolfo Suárez que había fallecido hacía unas horas. Recuerdo que pensé lo bien que enterraba a sus muertos un país como el nuestro tan cainita, por otra parte. Pero en seguida me quedé dormida.

Dormí placidamente hasta las 7,45 en que me había puesto el despertador para dar por la mañana una caminata por el camino que hay por encima del hotel y por el que habíamos dado un paseo el día anterior.


Guardo un recuerdo encantador de este paseo, quizás porque Cooper tras unos días un tanto abatido se mostró juguetón como hace en nuestros paseos solitarios y empezó a traerme palos para que se los tirase. O quizás porque como ya he dicho en alguna entrada de este blog a mí me encanta pasear a solas con Cooper por el campo.

Cuando paseo por el campo con él a menudo entro en una especie de comunión con lo que me rodea. Es casi como una experiencia mística o religiosa en la que te sientes como parte de un Todo. Parece como si de pronto todo tuviese sentido y me siento cerca de los pájaros y las plantas, de las piedras y las flores, del sol y del cielo... Siento una especie de reverencia hacia el milagro de la vida y su manifestación en todo lo que me rodea. Es en momentos así cuando pienso lo poco que me sorprende que los científicos hayan descubierto la enorme cantidad de material genético que compartimos con muchas especies.

Fue en ese estado cuando volví a recordar lo que Konrad Lorenz escribió en su libro -"Cuando el hombre encontró al perro"- donde él expresó mucho mejor que yo esa sensación y que ya copié en otra entrada de este blog:
"Cuando en un cálido día de verano cruzo a nado el Danubio y me tiendo en la orilla fangosa de un afluente suyo, como un cocodrilo, en un paisaje primitivo, en el que nada, ni el más mínimo indicio, descubre la existencia de una civilización humana, a veces consigo llevar a cabo un milagro que los más grandes sabios orientales persiguen como objetivo supremo: sin que me lo proponga mi pensamiento se disuelve en la naturaleza circundante, el tiempo se detiene, pierde su significado, y,cuando, al ponerse el sol, la brisa vespertina me recuerda que tengo que volver a casa no acierto a saber si han transcurrido segundos o años enteros. Este nirvana animal es la mejor compensación para el trabajo intelectual,es un auténtico bálsamo para el maltrecho espíritu del hombre moderno torturado por la prisa. Esta bienhechora vuelta al paraiso prehumano me resulta tanto más fácil en compañía de una criatura que participa de él por derecho propio, me estoy refiriendo al perro "



Y después mientras hacía fotos a todo lo que me rodeaba fueron los versos del famoso poeta norteamericano Walt Whitman (1818/1892), autor de Hojas de hierba, quienes llenaron mi cabeza de poesía...

Creo que podría volverme a vivir con los animales.
¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No preguntan,
ni se quejan de su condición;
no andan despiertos por la noche,
ni lloran por sus pecados.
Y no me molestan discutiendo sus deberes para con Dios...
No hay ninguno descontento,
ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase que vivieron miles de siglos      
antes que él.
En toda la tierra no hay uno solo que sea desdichado o venerable.
Me muestran el parentesco que tienen conmigo,
parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mi mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo y las dejé caer sin darme cuenta?….

Cuando regresé al hotel mis amigos ya estaban desayunando, así es que tras pagar y charlar un rato con Ana y Javier, nos despedimos para iniciar el regreso a Madrid. Esta vez decidimos volver por la Comarca de la Vera.

Subiendo el Puerto Garganta de la Olla.
Pero para llegar hasta allí antes tuvimos que atravesar el Puerto de Garganta de la Olla que une el valle del Jerte con dicha comarca. La Comarca de la Vera está en la vertiente sur de la sierra de Gredos y al norte de Extremadura, y en ella hay numerosos núcleos de población rural de interés: Aldeanueva de la Vera, Jarandilla de la Vera, Cuacos de Yuste, Garganta de la Olla, Valverde de la Vera (famosa por ser el lugar donde se realiza el rito del Empalao cada Jueves Santo), Villanueva de la Vera…
En nuestro recorrido por la comarca de la Vera pudimos apreciar extensiones más amplias de cerezos en flor de los que habíamos visto en los días precedentes.



Garganta de la Olla
Como disponíamos de poco tiempo pues teníamos que regresar a Madrid, nosotros decidimos acercarnos directamente al Monasterio de Yuste donde el emperador Carlos V se retiró tras abdicar en su hijo Felipe II y donde vivió apenas un año antes de morir. Cuando llegamos al monasterio nos encontramos con que estaba cerrado por ser lunes, pero a todos nos gustó acercarnos a ver el entorno donde había vivido el Emperador Carlos V antes de su muerte.




Una cosa curiosa que descubrimos por el camino, muy cerca del monasterio, fue el Cementerio Alemán a donde fueron trasladados los restos mortales de los combatientes alemanes de la Primera y Segunda Guerra Mundial que murieron por el derribo de sus aviones u otros accidentes.



En Cuacos de Yustes está la casa donde según la leyenda vivió Juan de Austria el hijo ilegítimo del Emperador que venció a los turcos en la batalla de Lepanto al mando de las naves de su hermanastro FelipeII.

Y tras la visita al cementerio, nos dirigimos a Villanueva de la Vera declarado Conjunto Histórico Artístico en 1982 y famoso por sus carnavales conocidos por el Peropalo y declarados Fiesta de Interés Turístico Nacional.



Dimos un paseo admirando sus bonitas calles y al final comimos en un bar de una plaza porticada que creo se llamaba Plaza de Aniceto Marinas. Afortunadamente, el dueño nos dejó entrar con Cooper a comer al interior del bar pues hacía un rato que se había puesto a llover.



Y tras la comida iniciamos el regreso a Madrid, aunque todavía en el camino de vuelta tuvimos la oportunidad de seguir contemplando bonitos paisajes.


Finca El Carpintero.
CRTA.N-110.Km 360, 5. Tornavacas. Cáceres.
Tfnos. 927 177 089/659 328 110
http://www.fincaelcarpintero.com/
*No piden suplemento por el perro.
http://www.parquedemonfrague.com/

0 comentarios

Viajes con mi perro