Viajes con mi perro

Gijón. Octubre 2011.

Llego a Gijón una preciosa tarde de finales de Octubre. Estoy ilusionadísima con la idea de poder bajar a pasear con Cooper por la Playa de San Lorenzo, pero todavía tendremos que esperar unos días pues las normas municipales indican que la temporada en que está permitido bajar con perro a la Playa de San Lorenzo sin restricciones horarias comienza el 1 de Noviembre y termina el 31 de Marzo.(un tiempo después de escribir este post, el ayuntamiento amplió las fechas un mes, así es que en la actualidad se puede bajar a partir del 1 de Octubre)

Me entero por algunos periódicos atrasados que este año hubo intentos de adelantar al mes de Octubre la fecha de bajada y que no se consiguió supongo que en parte a que este año el verano vino con retraso y se prolongó durante los meses de Septiembre y Octubre. La verdad es que no me resulta difícil entender la decisión pues entiendo que hay personas a las que no le gustan los perros, eso sin contar con que hay gente, aunque desde luego son minoría, que no recoge los excrementos de su perro, lo cual resulta molesto siempre, pero más en una playa en la que hay muchos surfistas y personas que se bañan durante todo el año. En fin, prefiero no hacer comentarios sobre lo incívico de dichas actitudes.

La espera hasta el ansiado 1 de Noviembre se hace fácil. Gijón tiene unos alrededores preciosos, así es que es posible llegar al campo en pocos minutos, en esta visita volvemos a la senda de Peñafrancia y en un par de ocasiones más subimos al Parque Natural del Monte de Deva. Esta vez no vi corzos como me sucedió por fin el verano pasado, sino varias ardillas.

En uno de los días paseamos por el Área Arqueológica del Monte de Deva.Y es que este monte fué elegido como monte funerario por la población neolítica de hace más de 5000 años. Del cementerio prehistórico perduran aún diferentes restos arqueológicos y varios túmulos y una cantera que fueron excavados entre los años 1998 y 2000.

Otro de los días paseamos por las inmediaciones del Centro de Interpretación del Monte de Deva y descubrí muy cerca el Centro de cría del poni asturcón (www.asturcones.com); me acerqué a conocer sus instalaciones donde me informaron que dan clases para aprender a montar y la posibilidad de dar paseos a caballo o en carruaje. (Información de cumpleaños, excursiones y poni-paseos en el tfno. 667 434 438).

Dado que en el Monte de Deva está también el observatorio astronómico, un apiario y varias áreas recreativas, copio aquí la dirección donde se puede informar uno de todo y de las actividades que realizan.
http://montedeva.wordpress.com/contacto/

En cuanto a los paseos urbanos, comentar que en uno de ellos cogí la dirección que adjunto a continuación en el tablón de anuncios de un veterinario por si algún gijonés entra en este blog pues creo que es de interés si en alguna ocasión no sabemos donde dejar a nuestro perro:
www.asistenciacaninagijón.com

Y por fin llega el 1 de Noviembre y la posibilidad de pasear por la playa en compañía de Cooper.




Hace un día precioso, en la playa hay muchos surfistas, y también bañistas porque por increíble que le resulte a los frioleros, en Gijón como ocurre en otras playas del Norte de España hay gente que se baña durante todo el año y no precisamente jóvenes.

Por cierto que en varias ocasiones vi pasar el barco del que ya hablé en otra entrada que une Gijón con Saint Nazaire (www.gldatlantique.es). Una chica que pasea con su perro me comentó que tenía un amigo que había viajado con su perro de tamaño grande y que quedó muy contento con la experiencia e y el trato que le habían dado al perro lo que me hizo replantearme la posibilidad de hacer yo un día el viaje con Cooper.(Lamentablemente un tiempo después de escribir esto, se suprimió la linea marítima que une Gijón y Saint Nazaire, una pena, aunque parece que siguen las negociaciones para intentar restablecer la linea)



Desde ese 1 de Noviembre y hasta que tuvimos que regresar a Madrid bajamos todos los días a la playa con gran satisfacción por parte de Cooper que en cuanto descubrió que inexplicablemente y en contra de lo que había sucedido los meses anteriores, ahora si podíamos bajar  a la playa me tiraba con fuerza y determinación hacia ella desde el mismo momento que poníamos el pie en la calle. De hecho los días que me fue posible bajamos por la mañana y por la tarde y en más de una ocasión nos anocheció en la propia playa!!



Y lo curioso es que el primer día se mostró desconcertado, confundido, como si no acabase de creerse del todo que podíamos estar allí libremente. Me pareció una reacción extraña, pero enseguida empezó a mostrarse contento como si por fin acabase de creerse nuestra buena suerte y cuando le tiré la pelota y lo vi correr hacia mí para devolvérmela con esa alegría inocente propia de un niño pequeño, mi corazón se llenó de alegría.

Y es que siempre que hablo con gente que ha convivido o convive con un perro, todo el mundo coincide en destacar el cariño que te dan y la compañía que te hacen y aunque yo no puedo sino estar de acuerdo con ello para mí la convivencia con mi perro me transmite, además, una alegría cercana a la que experimento cuando estoy con un niño pequeño porque ambos tienen sentido de juego y porque los dos viven instalados en el presente (no sé donde leí que un perro tiene la edad mental de un niño de dos años, no sé si esta afirmación tiene cierta validez científica).

Pasear, por ejemplo, con un niño pequeño puede convertirse en la más maravillosa de las aventuras aunque el paseo tenga lugar por un sitio en principio sin interés y archiconocido, porque gracias a su mirada todo tiene una halo de sorpresa y cualquier objeto, una piedra, un palo, una hoja, se convierten en un tesoro lleno de posibilidades.

A mí con Cooper me ocurre algo parecido. Si un día, por ejemplo, bajo cansada o preocupada en cuanto él empieza a reclamarme para jugar siento que me arrastra a su estado de ánimo y entonces sólo existe ese momento, ese juego y acabo mirando al mundo con sus ojos. Lo gracioso es que aunque todo esto sucede a un nivel puramente emocional, nada intelectualizado, sé que él es el que tiene razón aunque no lo sepa ya que efectivamente lo único que existe es ese momento que los dos compartimos. Al fin y al cabo es lo que defienden muchas tradiciones místicas no cristianas al afirmar que en realidad no hay nada que buscar, sólo estar tranquilo y mirar…Todas te recomiendan vivir totalmente en el presente y abandonar todo pensamiento acerca del futuro y del pasado para que la iluminación se produzca.

Escribiendo esto parece que soy una experta en temas espirituales y nada más lejos de ello, en realidad me temo que no soy una experta en nada, pero lo único que intento decir es que mi perro consigue llevarme a menudo a esos estados de una mayor percepción y de asombro ante tanta belleza como nos rodea y para la que estamos ciegos la mayor parte del tiempo. Como si de algún modo su compañía me ayudase a abrir los ojos de un modo que por un camino puramente intelectual no he conseguido nunca y me hiciese apreciar más el milagro de la Vida y el simple hecho de estar vivos.

Entiendo que todo esto pueda sonar a música celestial en un mundo tan cruel y en un momento tan duro como éste, pero no puedo dejar de preguntarme si también las cosas están tan mal por una filosofía vital equivocada por parte de la mayoría de nosotros.

No tengo ni idea de por qué me ha salido una entrada como esta, he llegado a este punto sin deliberación, quizás sólo quería explicar que pasear con Cooper en medio de la Naturaleza es de las cosas que más consigue acercarme a un estado de bienestar cercano al que intuyo experimentan las personas que viven en un plano espiritual superior al mío.


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