Viajes con mi perro

Centro de turismo rural Marialba. Zamora


A finales de Octubre del 2011 tengo que volver hacer el trayecto Madrid-Gijón; una vez más decido ir en coche para que Cooper pueda venir conmigo.

Como me he dado cuenta que tanto Cooper como yo estamos servidos con dos o tres horas de coche decido hacer un alto en el camino encontrando así de paso un aliciente a un recorrido que por repetido, me resulta tedioso, aburrido.


Centro de Turismo Rural Marialba.

Así es que me pongo a buscar un hotel en Zamora capital que está aproximadamente a mitad de camino, pero no encuentro ninguno. Finalmente encuentro un sitio situado entre Toro y Zamora llamado Centro de Turismo Rural Marialba.

Llegamos al mismo un día soleado de finales de Octubre del 2011 sobre las 15h y tras dejar la maleta en mi cuarto me dispongo a ir a Zamora a pasar la tarde.

Antes de salir charlo un momento con Lourdes y Pascual, los dueños del hotel, que quieren saber si voy a dejar a Cooper en la habitación. Cuando les contesto que no parecen aliviados y es entonces cuando me comentan que han tenido varias malas experiencias con algún que otro huésped de los que se hospedaron con perro. De todas ellas parece que la peor fue con unos Sres. que se fueron dejando a su perro en la habitación y no volvieron hasta las 3 de la mañana…al parecer el perro no dejó de ladrar en todo el tiempo y dejó la puerta destrozada.


Siempre que oigo esta clase de relatos me apeno porque pienso que con comportamientos así nunca vamos a conseguir que nos amplíen los sitios a donde ir con nuestros perros en España tal como ocurre en otros países, eso sin contar con el mal rato que el pobre perro habrá pasado.

Monto a Cooper en el coche y tras recorrer 20 km. por una carretera por la comarcal 122 llegamos a Zamora. Una vez más y como me ocurre con otras tantas ciudades me quedo horrorizada con las horribles construcciones de la parte moderna de la ciudad y lamento que no hubiera habido indignados en la época en que se construyeron edificios tan feos para impedir del algún modo tal atentado al buen gusto.

Me dirijo  todavía en coche hacia la parte antigua y descubro encantada que hay un parking llamado San Martín en una calle  del mismo nombre y que está al principio de la zona antigua, así es que dejo allí el coche y empezamos nuestro camino por el casco antiguo que tiene la calificación de Conjunto Histórico Artístico. Este está situado en la parte más alta de la ciudad y es alargado limitando en la parte norte con las murallas y el castillo.


Puerta del Obispo.

Subimos por la calle San Martín y tras pasar frente a la iglesia de San Pedro y de San Ildefonso llegamos a la plaza de la Catedral. Dedicada al Salvador fue construida en el S.XII y declarada Monumento Nacional en 1889 y forma parte del denominado románico del Duero.

Lo que más llama la atención a primera vista es su cimborrio con decoración externa de escamas que le da un aspecto marcadamente bizantino. También pasamos por delante de la puerta del Obispo que, al parecer, es la única que se mantiene completa de las tres originales. Parece ser que junto al cimborrio es lo más valioso de lo románico de la catedral. A mí desde luego fue lo que más me llamó la atención, pero me temo que mi opinión no tiene mucho valor pues no soy experta en modo alguno en arte.

Hace calor, un silencio total pues había muy poca gente, apenas algún turista, así es que nos sentamos un rato a descansar frente a la misma y tras dar un paseo por la zona ajardinada que la rodea llegamos hasta las murallas y la entrada al castillo que no pude visitar pues estaba cerrado.





Cooper se toma un descanso frente a la Catedral.
Torre del Salvador.

Es cuando estoy sentada contemplando la catedral, que observo de pronto a Cooper muy atento observando algo fijamente, sigo la dirección de su mirada y veo que lo que observa es el juego de dos gatitos cachorros, y soy yo ahora la que me quedo extasiada observándolos. De pronto la catedral y su arquitectura me paree una nimiedad ante el milagro de esos dos seres vivos y sus juegos y me viene a la memoria aquello que dijo el escultor Giacometti de que si tuviese que elegir a quien salvar en un incendio entre un gato o un Rembrandt elegiría el gato y lo dejaría libre.

Seguimos nuestro paseo agradabilísimo por los jardines que rodean la catedral, un enclave verdaderamente bonito, y tras el intento frustrado de visitar el castillo, nos acercamos a un mirador desde donde se ve el río Duero con el puente románico a fondo.


Detalle de las decoraciones de una de las puertas de la iglesia de la Magdalena.

Muy cerca de la plaza está el Obispado y dos Museos entre ellos el Museo Catedralicio, pero como a Cooper no lo dejan entrar me acerco al Oficina de Información y Turismo donde me informan que Zamora con 23 templos en el término municipal y 14 iglesias en el casco histórico se ha convertido en la ciudad con mayor número de templos románicos de Europa y la verdad es que paseando por cualquier calle del casco antigüo, te acabas encontrando con un templo románico.



Nosotros caminamos por la Rúa de los Notarios y más tarde por la Rúa de los Francos donde está la Iglesia de la Magdalena construida a finales del S. XII, una de cuyas puertas tiene unas decoraciones escultóricas muy bonitas y tras atravesar la plaza de Viriato donde está el Parador Nacional y la plaza de Claudio Moyano donde está por cierto una de los templos más antiguos de la ciudad, San Cipriano, llegamos a la Plaza Mayor.





La plaza está muy animada con terracitas que están llenas, me siento en una de ellas entre el  Ayuntamiento y la Iglesia de San Juan. Desde donde estoy sentada puedo ver una casa modernista de los 19 edificios modernistas con los que cuenta la ciudad, 14 de los cuales están firmados por el que fuera uno de los precursores del modernismo, el arquitecto catalán Francesc Ferriol discípulo y colaborador de  de Domenech y Montaner. Este último tras desarrollar una intensa actividad profesional en su Barcelona natal, llegó a Zamora a principios de 1908 como arquitecto municipal, donde desarrolló un importante trabajo. Para mí fue una sorpresa, pues desconocía por completo la existencia de edificios  de este estilo arquitectónico en Zamora.

Leo en un folleto que cogí en la Oficina de Información y Turismo que la presencia de dichos edificios modernistas en Zamora se debe a que la ciudad vivió un importante desarrollo urbanístico y arquitectónico desde mediados del S. XIX, cuyo punto culminante fue precisamente la etapa modernista, y es gracias a la brillantez de sus edificios modernistas lo que ha permitido la inclusión de Zamora en el grupo de municipios que forman la Ruta Europea del Modernismo distinción de la que no goza ninguna otra capital de Castilla y León. Pero aunque me gusta mucho dicho estilo arquitectónico, me siento tan cansada que decido volver al  parking para recoger el coche y regresar al hotel sin acercarme a conocer más edificios modernistas.

Cuando llegamos a Marialba son las 19 h., hay una luz preciosa con unos colores que anuncian el atardecer y un silencio total sólo interrumpido por el canto de una bandada de pájaros que trinan en los árboles de la casa donde al parecer viven Lourdes y Pascual con sus 4 perros y que está pegada al edificio del hotel.



La serenidad que emana el campo es total y se me contagia apenas bajo del coche, a Cooper se le ve contento y enseguida se aleja para dedicarse a una de sus actividades favoritas… horadar la tierra. Sin perdernos de vista mutuamente, yo hago fotos y él se dedica con anhínco y concentración a esa actividad. Me siento feliz y sospecho que a él le ocurre lo mismo...y así seguimos hasta que la oscuridad es total y aún así todavía permanecemos fuera un buen rato ahora ya sentada en un banco contemplando el firmamento, mientras él permanece tumbado a mis pies.


Ya son las 22 h. y entramos dentro para tomar algo de cena. Lourdes me había dicho que esa noche iban a salir y que si no me importaba resolviese el tema de la cena por mi cuenta durante mi visita a Zamora, así es que ceno una estupenda empanada que compré en una de las innumerables tiendas de productos típicos que ví por la rúa de los Francos acompañada de unas frutas que ella me dejó a petición mía en la habitación.


Tras la cena me paseo por las dependencias del hotel y descubro que tiene un salón amplio y acogedor con una chimenea muy bonita.


El hotel consta de 7 habitaciones con wifi en todo el recinto; es un edifico bioclimático restaurado con aprovechamiento de energía solar, tiene también un huerto ecológico y un invernadero. Además de una piscina y muchos juegos que sólo sacan al jardín por el verano. Me gusta la decoración porque es  sencilla sin dejar de ser confortable, con un cierto aire rústico con ciertos detalles de modernidad.

Tras ese breve paseo por las dependencias del hotel decido retirarme a mi habitación. Ésta es muy amplia con un cuarto de baño con ducha también muy amplio; la cama es comodísima y duermo plácidamente hasta las 7,30  de la mañana pues a esa hora Cooper me despierta y se planta frente a la puerta con una actitud que no ofrece la menor duda: quiere salir. Me pongo una chaqueta encima del pijama y le bajo apresuradamente pensando que se trata de una emergencia fisiológica, pero me sorprende sin hacer nada; así es que interpreto esa extraña actitud como una forma de comunicarme  que ya está bien de dormir por esa noche…sin duda le parece más interesante proseguir con sus agujeros bajo la noche estrellada que estar encerrado en una habitación durmiendo.

La visión del firmamento es por cierto maravillosa, pues no hay contaminación lumínica alguna, se me ocurre que debe ser un lugar perfecto para contemplar las lágrimas de San Lorenzo en agosto. Yo no estoy sin embargo por la labor de soltarlo. Doy por supuesto que los 4 perros del hotel están sueltos y aunque se han mostrados extremadamente pacíficos de día no estoy segura de si al oir un ruido en la oscuridad van a seguir compórtandose de igual modo, así es que volvemos al dormitorio hasta las 9 en que bajo a desayunar.



Mientras desayuno Pascual me cuenta que el hotel está muy cerca de Salamanca, la frontera con Portugal, el Monasterio cisterciense de Moreruela, Las Lagunas de Villafáfila y por supuesto Toro.

También me cuenta que hay un paseo muy bonito desde Marialba hasta el Río Duero de 1 hora de duración aproximada en total; me apetece mucho hacerlo con Cooper, pero hace mal tiempo y amenaza lluvia con lo cual decido dejarlo para otra ocasión y jugar con Cooper en el campo del hotel para cansarlo y emprender el viaje hacia el que al fin y al cabo es nuestro destino final: Gijón.

Centro de Turismo Rural Marialba.
www.marialba.es
Tfno. 980 699430.
*Cobran suplemento por el perro.

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