Viajes con mi perro

Posada Real Casa del Abad. Ampudia. (Palencia)


Salgo de Gijón canturreando La Mauvaise RĆ©putation del cantautor francĆ©s George Brassens (1921/1981), pero apenas recorro unos kilómetros y tras cantar varias veces aquello de"Non les brav´s gens n´aiment pas que l´on suive une autre route qu´eux…" me veo literalmente envuelta por infinitas tonalidades de verde, las montaƱas al fondo con sus cimas nevadas, asĆ­ es que enseguida cambio de registro y lo que entono es Verde que te quiero verde, el poema del poeta Federico GarcĆ­a Lorca (1898/1936).

Cooper paseando por Deva.

Pienso en la belleza del paisaje asturiano que nunca me canso de contemplar y que hoy se muestra exuberante despuĆ©s de un invierno tan lluvioso. Y en lo generosos que han sido los dioses con esta región pues basta alejarse unos kilómetros de un nĆŗcleo urbano para encontrarse enseguida en medio del paraĆ­so, tal como me ha pasado en esta Ćŗltima estancia mĆ­a, en mis paseos habituales con Cooper por Deva pero tambiĆ©n cuando me alejĆ© unos pocos kilómetros mĆ”s de Gijón para hacer una excursión en compaƱƭa de unos familiares y Cooper por el Concejo de Aller .

Paisajes en el Concejo de Aller .

Acabo de pasar mÔs de 20 días en Gijón y como siempre he aprovechado para resolver asuntos propios pero sobre todo ajenos. He aprovechado también para encontrarme con familiares, conocidos y amigos.

Fue con uno de estos Ćŗltimos que tomĆ© una docena y media de oricios que es como llamamos en Asturias a los erizos de mar que creo no se comen en ningĆŗn lugar de EspaƱa salvo en en el PaĆ­s Vasco y CataluƱa supongo que debido a la influencia del paĆ­s vecino. Los acompaƱamos con un par de botellas de sidra. Y a mi amigo y a mi nos supieron a gloria; ambos comentamos que era como comerse el mar…Ya el escritor y periodista gallego Julio Camba (1882/1962) escribió en su libro La Casa de LĆŗculo o el Arte de comer : "El erizo es un extracto de mar, un hĆ”lito de borrascas, una esencia de tempestades. Al primero que uno toma, la boca no se le hace simplemente agua: Se le hace agua de mar con todos los sabores y olores marinos.Y despuĆ©s de tomarse quince o veinte docenas- porque el tomar ese marisco no es comer ni beber, sino respirar en pleno OcĆ©ano- la langosta le sabrĆ” a uno a galĆ”pago y las mejores almejas a neumĆ”tico de automóvil"


Pero sobre todo, he dado largos paseos por la playa de San Lorenzo de Gijón donde descubrí la faceta zahorí de Cooper. Y es que un día en que la marea estaba baja, estuvo casi dos horas escarbando un agujero donde unos señores de los habituales de la playa me comentaron que había un manantial subterrÔneo de agua dulce. Ellos lo probaron para cerciorarse de que efectivamente así era y yo no pude por menos de hacer lo mismo. Y efectivamente, el agua era dulce... Según ellos el manantial procede de Cimadevilla, el antiguo barrio de pescadores que se encuentra muy cerca, y fue el que utilizaron los romanos para las termas que se encuentran a pocos metros. Lo curioso es que al día siguiente volvió al mismo sitio donde volvió a estar un buen rato. Yo pregunté a gente de Gijón, pero nadie supo darme información acerca de dicho manantial.

Dejo de evocar los días pasados allí y me concentro en la conducción. Cooper tal como tiene por costumbre en los últimos tiempos va sentado a los pies del asiento de atrÔs, la cabeza casi a la altura de la mía, la mirada fija en el limpiaparabrisas. A mi me enternece que viaje así como si fuese mi copiloto, pero no puedo evitar pensar que debe ser muy incómodo para él viajar en esa posición durante tanto tiempo.

Afortunadamente, el viaje no serĆ” largo pues nuestro próximo destino es Ampudia, un pueblo de la provincia de Palencia declarado Conjunto Histórico ArtĆ­stico en 1965 y que estĆ” a  tan solo dos horas y medio de Gijón.

He tomado ya la desviación hacia Onzonilla-Burgos para dirigirme allí cuando de pronto observo que voy a pasar por Sahagún todavía en la provincia de León donde decido hacer una parada para comer algo.






En SahagĆŗn sĆ© que existe un hotel que admite perros, pero no es esa la razón por la que decido detenerme sino porque habĆ­a leĆ­do que contaba con varios monumentos de interĆ©s de estilo romĆ”nico mudĆ©jar. Y es que atraĆ­dos por la riqueza creciente de SahagĆŗn llegaron muchos artesanos mudĆ©jares de la EspaƱa musulmana que utilizaron ladrillo de barro en lugar de piedra en dichos monumentos como la iglesia de San Lorenzo o San Tirso que fue las que visitĆ© nada mĆ”s comer un bocadillo en la Plaza Mayor. A la salida del pueblo se encuentra el Santuario de la Peregrina. En cualquier caso, salvo estos monumentos, el pueblo en general me decepcionó con edificios feos y que no respetan la altura ni un mĆ­nimo de uniformidad.


Una hora mÔs tarde salgo de Sahagún en dirección a Palencia. Ahora voy por una carretera comarcal que atraviesa inmensas llanuras de un verde intenso, a veces cuajadas de flores. De vez en cuando me cruzo con algún pastor con su rebaño de ovejas.


Como me sucede siempre, estoy encantada de conducir por carreteras comarcales, prƔcticamente sola.

En realidad, me doy cuenta que soy alguien que disfruto enormemente de la vida. Soy muy vitalista y hay un montón de cosas que me apasionan e interesan. No creo que sea en modo alguno mérito mío. Es algo genético que supongo tiene que ver con que ando bien de niveles de serotonina. Así es que salvo épocas muy concretas y duras en que he estado baja de moral, disfruto mucho de cada momento de mi vida.

Esto es asĆ­;
me gusta de este modo
y me gustarƭa tambiƩn si fuese de otro:
cuadrado, rojo o duro, real sencillamente.

Todo estĆ” bien;
todo es justo y bello;
hay una alegrĆ­a-vivir-que envuelve y junta
mis penas, mis errores, mis risas y mi miedo.

Me gusta lo que toco;
me gusta lo que veo,
y lo que respiro con los pulmones anchos,
y lo que me duele(porque sƩ asƭ que existe).

Me gustan los objetos que aquĆ­ mido, aquĆ­ peso,
y me gustan los hombres que hablan o que callan;
me gusta cuanto existe, lo entienda o no lo entienda,
me gusta simplemente porque estĆ” existiendo.

Gabriel Celaya(1911/1991). Los poemas de Juan de Leceta.

Sigo pues conduciendo de muy buen humor y cuando estoy apunto de entrar en Palencia, me detengo en una gasolinera donde descubro  que me he pasado la desviación hacia Ampudia, asĆ­ es que doy la vuelta y en la misma carretera abordo a un tipo que parece estar haciendo senderismo. Me indica el camino y aƱade seƱalando a los molinos que se divisan en el horizonte:

-No se preocupe, de todos modos los molinos le guiarƔn.

Torremormojón.
Decido seguir tan poética recomendación y sigo sus instrucciones con la mirada puesta en los molinos eólicos que pueblan el paisaje; finalmente a la altura de Torremormojón veo el cartel que indica Ampudia y unos minutos mÔs tarde diviso, por fin, dicha población con su famoso castillo y colegiata destacÔndose en el horizonte. Antes de entrar en el pueblo, me pregunto que clase de turistas que no esté tan locos como yo se acercarÔn a un sitio que a mi ahora se me antoja tan alejado de todo. Así es que es lo primero que le pregunto a la chica que me atiende en la recepción del hotel Posada Real La Casa del Abad, un hotel que se encuentra en una casa rehabilitada del SXVII donde al parecer vivió un abad de la Colegiata de San Miguel y donde tengo reservada un habitación.

Me responde que reciben a muchos ingleses que viajan con su perro, alguno hasta con tres (!!!) y que es una clase de turista a la que le encanta el turismo rural. Acto seguido, me muestra mi habitación y me trae un cuenco con agua para Cooper. Tanto ella como la chica que la sustituye mÔs tarde son encantadoras y extremadamente amables y atentas. Descubro que el hotel tiene spa, pero como viajo sin bañador decido salir a dar un paseo por el pueblo.


Nada mĆ”s salir del hotel me encuentro con las dos principales calles, Corredera y Ontiveros, de arquitectura tĆ­pica castellana, ambas porticadas pues reposan en rĆŗstico troncos de Ć”rboles o columnas de piedra formando una estructura de soportales que se mantiene en pie desde el S.XVII aunque algunas datan del S.XIII. Fue en una de estas calles donde descubrĆ­ unas casas rurales que admiten animales.

EstĆ” nublado y hace mucho viento. Todo es quietud y silencio, apenas me cruzo con un par de personas hasta que llegamos hasta el Museo de Arte Sacro ubicado en el antiguo convento de San Francisco fundado en el S.XVI por el Duque de Lerma, valido del rey Felipe III.

Museo Sacro.
En su interior se encuentra entre otras la talla de Nuestra Señora de la Alconada, pieza de madera policromada de los últimos años del siglo XII. También vi en la calle Ontiveros una hornacina con dicha virgen que es la patrona del pueblo.






Enfrente del museo estÔ la colegiata de San Miguel, uno de los edificio emblemÔticos del municipio. De estilo gótico renacentista estÔ compuesto por un templo y una torre conocida como la Giralda de Campos.

Dentro del coro del templo cuya verja estĆ” rematada por el escudo del Duque de Lerma, se encuentra  un órgano barroco. La mujer que parece ser la encargada de cuidar de la Colegiata me cuenta que lo toca cada domingo un organista que vive en el pueblo, lĆ”stima que yo ya me vaya a ir al dĆ­a siguiente, sĆ”bado.


Desde allƭ me dirijo al Castillo por unas calles mƔs estrechas y sinuosas que hablan de la existencia en su dƭa de una comunidad judƭa. El castillo es imponente y alrededor de Ʃl hay una explanada verde que hace las delicias de Cooper, durante todo el paseo se muestra muy contento. Decididamente lo que le hace infeliz a Cooper es el calor.



Como el castillo a esa hora estƔ cerrado me conformo con pasear a su alrededor y hacerle fotos desde diferentes Ɣngulos.


El resto del tiempo de ese dĆ­a lo paso sentada en una de las estancias del hotel consultando diferentes cosas en el ordenador mientras Cooper dormita a mis pies.

Ya en mi habitación descubro que la cama es comodĆ­sima, asĆ­ es que duermo de un tirón toda la noche. A la maƱana siguiente, me acerco caminando otra vez hasta la Colegiata pues enfrente hay una pradera donde imagino que serĆ” un buen sitio para que Cooper satisfaga sus necesidades fisiológicas. En el hotel sirven desayunos, pero yo me conformo con pedir un te y ponerme enseguida en camino. El hombre del tiempo ha pronosticado lluvia y quiero salir pronto hacia Madrid...




Posada Real Casa del Abad. Ampudia (Palencia)
TelƩfono : 979 768008
http://www.casadelabad.com/

Las Casitas de Papel.
http://www.seleccionrural.com/Casas-Rurales/Palencia/Ampudia/969/Las-Casitas-de-Papel.html

Hotel Puerta de Sahagún. Sahagún (León.)
TelƩfono: 987 781880
http://www.hotelpuertadesahagun.es/

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