In Memoriam
Cooper.
Desde que tu veterinario me comunicó que tenías alojado en el hígado un tumor inoperable venía preparándome de una manera más o menos consciente para el día en que me faltases... Trataba de imaginar como iban a ser mis días sin ti, como iba a sentirme al despertar cada mañana y no encontrarte en alguno de tus rincones habituales, me preguntaba si los días se me harían especialmente largos ahora que ya no íbamos a dar dos largos paseos juntos cada día, e imaginaba por cual calle de nuestro barrio me resultaría menos doloroso transitar dado que no había un punto que no hubiésemos recorridos juntos. Y hacía planes mentalmente, planes en los que no tiene cabida un perro, me imaginaba viajando a lejanos países o yendo a lugares o haciendo actividades en los que no está permitida la entrada con perro. Sabía que era un ejercicio mental inútil pues llegado el momento de tu muerte esas elucubraciones mentales no conseguirían aliviar la pena que, sin duda, tu desaparición iba a producirme cuando llegase el momento del adiós definitivo; sabía que eran solo recursos que utilizaba para prepararme para la pena que tarde o temprano sabía que iba a tener que afrontar.
Pero por otra parte parecías evolucionar tan bien al tratamiento que, a menudo, me animaba pensado que todavía teníamos mucho tiempo para disfrutar juntos, así es que en los tres meses que siguieron al diagnóstico fatal, me moví entre seguir disfrutando de tu compañía unas veces y otra intentar encontrar recursos que me ayudase a superar tu anunciada muerte...Tu en cambio viviste como siempre entregado al hecho de vivir, entregado a la alegría de estar vivo sin más. Cuantas veces a lo largo de nuestro tiempo juntos he intentado imitar esa capacidad de los animales para vivir con plenitud el presente y no como hacemos los seres humanos siempre proyectados hacia un futuro que tal vez no llegue nunca, distraídos por nuestros pensamientos y preocupaciones deseando o temiendo cosas que quizás nunca sucedan.
Y de repente una mañana, sin previo aviso, empezaste a manifestar síntomas de dolores que parecían articulares y descubrimos que tenías otro tumor alojado en la columna.
Apenas tres días después de empezar con los dolores, un 8 de noviembre a las dos en punto de la tarde, te tumbamos en el suelo de la clínica veterinaria -recordamos que no te gustaba nada que te tumbasen en la camilla- y mientras yo, arrodillada a tu lado, te abrazaba, tu veterinario te puso la inyección que acabó con tu vida y con tu sufrimiento de los últimos días. Te fuiste con la misma expresión dulce y tranquila de la que hiciste gala en tu vida.
Ya sé que todos los dueños tienden a considerar a su perro como el mejor, pero en mi caso no es una impresión subjetiva: eras de una belleza espectacular, pero además y eso es lo que te hacía tan especial, fuiste bueno, dulce e increíblemente tranquilo y apacible. Jamás tuviste un mal gesto hacia otro perro o ser humano.
Ese día y los siguientes recibí muchísimos mensajes de apoyo y pésame. De los amigos de siempre y de los que hice gracias a ti. Es increíble la estela de dulzura y amor que dejaste a tu paso. Pero aunque ello resultó consolador, supe que lo difícil empezaría al día siguiente, con la casa vacía y enfrentada a tu ausencia definitiva.
Ví tu fantasma, también en sueños, tumbado en tus sitios favoritos. Y me sorprendí más de una vez repitiendo gestos cotidianos que ahora se han tornado inútiles e innecesarios: apresurarme a recoger los restos de comida de la mesa de centro del salón para evitar que tu los comas, cerrar la puerta del baño para que no entres y me lo ensucies como cuando volvías a casa mojado y sucio...
No noté que los días se me hiciesen especialmente largos sin ti, me di cuenta que mi vida no cambió en ese aspecto por la simple razón de que tu solías acompañarme a la mayoría de los sitios, bancos, farmacia, recados varios, incluso a la peluquería...pero ¡si vieses que triste me parece seguir haciendo todos esas cosas sin la compañía de tu alma peluda!
Lo que más me sorprende es lo silenciosa que me parece ahora la casa. Y me extraña sobre todo porque eras un perro silente, tanto que a veces pensaba que de puro silencioso tenías algo de felino, tan silencioso eras que apenas te escuché ladrar cuatro o cinco veces en toda tu vida. Y a pesar de todo la casa sin ti parece extrañamente vacía, llena de un silencio apabullante. Antes cuando tu vivías en ella sentía que tenía un hogar, ahora simplemente me parece que tengo una casa.
Sé que estas consideraciones pueden parecer ridículas a mucha gente, sobre todo quizás a aquellos que nunca han tenido un vínculo fuerte con un animal. En cierto sentido y lo comprendo hasta pueden parecer obscenas mis consideraciones y mi pena en un mundo recorrido por el sufrimiento de tantos seres humanos. Pero no creo que el sentir esta tristeza por tu muerte esté reñido con apiadarse del dolor de mi prójimo.
Al contrario, no me gusta humanizar a los perros y siempre he intentado tratarte como alguien de tu especie. Siempre tuve en cuenta que el amor que sentí por ti era cualitativamente diferente a lo que siento por los seres humanos que me importan. Pero por ti como perro, sentí adoración. Así todo siempre tuve claro que no viniste a mi vida para llenar ningún vacío, a suplir ninguna carencia afectiva, sino para enseñarme a mirar el mundo a través de tus ojos.
No sé por cuanto tiempo voy a seguir encontrando tus pelos adheridos a mi ropa, supongo que poco a poco irán desapareciendo esas y otras huellas de tu paso por la casa, también por el coche, pero de lo que si estoy segura es que siempre, siempre, habrá un lugar para ti en mi corazón.
Lord Byron escribió el siguiente epitafio para su perro:" Aquí reposan los restos de un perro que fue bello sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad. Y que tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos".
Yo escribí en la cajita que guarda tus cenizas los versos de otro poeta inglés :"Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria entre las flores no hay porque afligirse porque la belleza siempre subsiste en en el recuerdo". (William Wordsworth)
Gracias Cooper por tu dulce compañía. Nunca podré olvidar los días felices que pasamos juntos.
En Madrid. Noviembre 2018.
21 comentarios
Cuanto lo siento, cuando un amigo peludo se va te inunda una tremenda tristeza que solo los que hemos pasado por ello sabemos entender.... Todo mi sentimiento y apoyo¡¡ Precioso tu post recordándole, he llorado mucho... :(
ResponderEliminarNo sabes como te entendemos y deseamos que poco a poco poder recordarle con alegria
ResponderEliminarComo te entiendo.... Y que bonito es todo lo que escribes!!!
ResponderEliminarGracias Covadonga por este maravilloso homenaje a Cooper. El siempre estar a con nosotros. A todos los que le conocimos nos ha dejado también un vacio muy grande. Las calles y los parques también le echan de menos. Habéis tenido la suerte los dos de disfrutar de tantas cosas juntas. Quédate con eso, con todas las cosas y recuerdos tan bonitos suyos. Sino de Amigas!!! Un beso enorme.
ResponderEliminar¡Tienes que tener otro perro ya!
ResponderEliminarAlgún otro perro afortunado con el que pasear por los campos de España, algún otro perro al que dar una vida de lujo como la que tuvo Cooper. No estés triste, porque le hiciste uno de los perros más afortunados del mundo, así que, ¡a por otro!
Días felices que pueden volver si tienes otro perro.
ResponderEliminarPorque aunque Cooper fuera único, el siguiente te dará también mucho más que lo que te dará no tener perro. Pasear con nuestro perro por el campo, cuando tenemos cierta edad, es como la "salvación" . Pero, eso sí, hay que ir solos, sin otra compañía humana, para que así, se ponga en marcha el mecanismo del pensamiento y, entonces, ocurra lo que tiene que ocurrir: que nos sintamos vivos, existentes.
Gracias por compartir tantos viajes con tan magnifico compañero, no me cabe duda que de igual modo acompañará a otros esté donde esté.Un saludo
ResponderEliminarQué grande eres Covadonga. Suerte tuvo Cooper contigo. Suerte también los que te conocemos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUn entrañable abrazo de una desconocida que entre lágrimas, agradece infinito que haya humanos como tú merecedores de animales como Cooper.
ResponderEliminarHace mucho que no os veia y temía entrar en esta página e confirmar lo que imaginaba. Era maravilloso y no ha podido tener mejor dueña. Estoy segura de que ha sido muy feliz hasta el final. Un beso enorme de tus vecinos Paloma y Martín.
ResponderEliminarHola Covadonga!
ResponderEliminarNos encontramos en esta semana. Yo iba con mi perrita Labradora y tú me ofreciste tu blog, q por cierto me ha encantado. Felicidades!
Eso sí, estoy llena de lágrimas después de leer tu carta a Cooper.
Habéis tenido una gran suerte de conoceros los dos.Os habéis dado tanto amor....
Me encantaría q hubiese mucha gente q piense y sienta como tú.
Puedes sentirte plenamente orgullosa de haber hecho de Cooper un peludo TAN FELIZ.
Mucho ánimo
Un beso enorme
Nieves
Cuánto lo siento Covadonga, también nuestro Thor (aquel Malamute grande, espectacularmente guapo y noble) se lo llevó un linfoma el pasado mes de Febrero, antes de cumplir 7 años.
ResponderEliminarLa pena nos sigue invadiendo, pero ya tenemos otro ejemplar de la misma raza (Baloo) que nos está ayudando a superar una ausencia tan grande.
Un beso y espero vernos otra vez por esos parques que tanto tiempo hemos frecuentando.
Hola, lo acabo de leer y me ha parecido un muy buen artículo, veo que tenemos algo en común que es el amor por estos animales, sigue así lo estás haciendo genial. Por cierto pasate por mi web y encuentra todo lo relacionado con estos animales. Un saludo.
ResponderEliminarwww animalesexoticoss.org
Cómo me han hecho llorar tus palabras, siéntete privilegiada por haber compartido sus años con él, yo perdí hace años a mi Alien, era un pastor alemán excepcional y lo lloré muchos años, ahora tengo un golden retriever,Django que es mi debilidad, pero cuando pienso cuando llegue el momento de la despedida, ufff, que duro, lo siento igual que mis hijas. Mucho ánimo!!
ResponderEliminarTe entendemos, los perros dejan en nosotros una huella que nadie más podrá borrar. Muy bonito artículo
ResponderEliminarQue lindo artículo, cuanto lo siento!
ResponderEliminarUnos sentimientos muy bonitos;-)
ResponderEliminarohhh lo acabo de leer y es precioso. A mi niño le diagnosticaron cáncer en vejiga, también inoperable, el 23 de diciembre de 2020 y aquí estamos luchando y fuertes!!! me ha encantado leete
ResponderEliminarhola, me pareció muy interesante el blog, me resulto muy útil, en este sitio encontré mas información que espero sea de ayuda https://paratumascota.org/
ResponderEliminargracias.
Como la vida misma, sin duda fué un gran perro, salu2
ResponderEliminarHola. Soy DiceGirl Egle, amante de los animales y professional slot streamer. Qué carta tan conmovedora y llena de amor. Las palabras que expresan la conexión única entre un ser humano y su perro resuenan profundamente con cualquiera que haya experimentado ese vínculo tan especial. Seguramente hoy en día, los recuerdos siguen vivos, y aunque el silencio se haga presente, el amor por Cooper permanecerá eterno, inmortalizado en cada rincón que compartieron.
ResponderEliminar